Ataques contra periodistas
Michael Spindelegger - Alison Bethel McKenzie
En lo que va de año ya han sido asesinados más de 100 periodistas, la cifra más alta desde que el Instituto Internacional de Prensa (International Press Institute, IPI) empezó con su estadística sobre asesinatos de periodistas en 1997. A nivel mundial, desde África y Asia, pasando por Europa, el Oriente Medio y América Latina, los periodistas siguen siendo perseguidos sistemática y brutalmente por ejercer su profesión. Algunos mueren en zonas de conflicto, pero la gran mayoría es víctima de grupos criminales y particulares que pretenden impedir que la información salga a la luz, que la corrupción y otros crímenes sean descubiertos, y que opiniones críticas sean difundidas.
En muchos países, periodistas se ven a diario en situaciones de peligro mortal. Para ellos, el hecho de recibir amenazas forma parte de su rutina. Son asesinados por contar una historia, pero irónicamente muchas veces por no contarla. Los ataques contra periodistas no se limitan a asesinatos. Este año, un gran número de estos profesionales ha sido brutalmente golpeado o gravemente lesionado con armas de fuego o artefactos explosivos.
Hace pocas semanas, un presentador de radio boliviano fue quemado vivo durante su programa en directo por unos agresores que le echaron gasolina encima. Además, demasiado frecuentemente las familias de periodistas se ven involucradas en esta espiral de violencia mortal.
La impunidad con la que actúan los responsables de estos ataques en muchos sitios es preocupante e inaceptable, y constituye uno de los obstáculos más difíciles para mejorar la seguridad de los periodistas.
Los periodistas, como proveedores de información en asuntos de interés público, desempeñan un papel especialmente relevante en la sociedad. Debería, por tanto, ser de interés general que esta importante función se mantenga y se proteja. Además, las consecuencias de los ataques contra periodistas son evidentes. La ausencia de información crucial, la violación del derecho a saber y la incapacidad de los periodistas de mantener su independencia, tan vital para el ejercicio de su trabajo y su credibilidad profesional.
El creciente número de periodistas asesinados a nivel mundial sirve como llamamiento a la acción. El año pasado se logró aplicar exitosamente varias iniciativas internacionales que marcaron un hito, y creemos que esto dará nuevos impulsos en busca de disminuir el aluvión de “violencia con impunidad” dirigido contra los periodistas.
Por primera vez en su historia, el pasado mes de septiembre el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas adoptó una resolución sobre la seguridad de los periodistas. Esta resolución, una iniciativa de Austria que se enmarca en su compromiso con este asunto cuando fue elegido miembro del Consejo de Derechos Humanos en 2011, constituye un importante paso en la promoción de la protección y de la seguridad de los periodistas.
Impulsada en cooperación con un grupo núcleo de distintas regiones del mundo, que incluye Brasil, Marruecos, Túnez y Suiza, y con el apoyo del Instituto Internacional de Prensa (IPI, por sus siglas en inglés) y otras organizaciones profesionales que centran su trabajo en la promoción de la libertad de prensa, esta resolución de carácter único condena todo tipo de ataques contra periodistas.
Llama a los Estados a adoptar medidas más eficaces para acabar con la impunidad y asegurar que se realicen investigaciones independientes para llevar a los autores de los delitos ante la justicia, garantizando a la vez a las víctimas el acceso a recursos legales adecuados.
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