Somos aficionados al fútbol desde niños; en los patios de los colegios se juega sólo a este deporte y pocas veces practicamos otras disciplinas. Recuerdo que los mejores jugadores iban a la delantera, los que tenían altibajos estaban en el medio terreno, todos los malos iban a la defensa, entre ellos el arquero. Los muy malos veían como jugábamos el resto o se dedicaban a otras actividades.
Guardo en la memoria a un compañero que tenía una gran actitud hacia el fútbol, pero no tenía aptitud. Era amigo de jugar en la delantera y pararse al lado del arquero rival para encajar el balón a la meta, pero generalmente los pelotazos que mandábamos al arco impactaban contra su humanidad o en el momento de colocar la pierna para el toque final, aparecía su enclenque figura para perjudicarnos en la jugada clave; es así que un día, por decisión colectiva, lo enviamos a la defensa, donde se destacó marcando autogoles inenarrables. Festejábamos los días en que no venía o dejaba de jugar en el equipo por alguna circunstancia.
Días antes del Censo, los que se supone son los mejores delanteros del Gobierno se convirtieron en los mejores goleadores en valla propia, marcaron los mejores autogoles de la temporada. La presión de organizaciones sociales, cívicas, juntas de vecinos y alcaldes o representantes de zonas o regiones fue tal, que obligaron a cientos de personas a retornar al lugar de origen, es decir, debían salir de la foto ciudadana para tomarse la placa en el área rural.
En la terminal de Villa Fátima y en la zona del cementerio se observó un ajetreo fuera de lo común el martes por la tarde, muchos ciudadanos intentaron volver a sus localidades de origen porque las amenazas, si no se censaban, iban desde fuertes multas hasta perder la parcela que conservan en su pueblo. Sólo faltaba colocar parlantes frente a esos lugares de parada de buses con la canción: “Faltan cinco para las doce, el año va a terminar, me voy corriendo a mi casa a abrazar a mi mamá”.
“Hemos buscado concientizar a quienes viven, trabajan en la ciudad de La Paz sobre la necesidad de hacerse censar en ese lugar donde viven y trabajan, porque es el lugar donde reciben atención en salud, sus hijas reciben desayuno escolar, reciben atención en infraestructura escolar y todos los servicios que el municipio presta financiados esencialmente con los recursos de coparticipación, pero nada”, se quejó el director de Gobernabilidad de la Alcaldía de La Paz, Pedro Susz.
El segundo autogol lo marcaron las autoridades del INE y la propia Ministra de Comunicación, los unos desinformando y la segunda colocando un catálogo mosaico: no filmarás, no te acercarás, no podrás, no dejarás… etc. Acaso no era mejor tener de aliado a los medios para que éstos persuadan y machaquen a la población sobre la necesidad de tomar la fotografía del país donde vivimos, donde estamos todos los días; pero hay gente que le gusta meter un autogol y como diría el tango “contra el destino, nadie la talla”.
El día del Censo todos debíamos llevar el balón a la otra meta, hacernos buenos pases, obrar colectivamente, buscar marcar la mayor cantidad de goles y esta tarea empezaba por persuadir a todos que esta fotografía debía ser la mejor de todas, porque nos la tomamos cada diez años, pero en el camino ocurrió lo inesperado, los que debían ser nuestros mejores delanteros cerraron los ojos, impactaron con un puntazo al balón que entró a la meta, pero era la meta propia.
El autor es Editor General de ELDIARIO.
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