La pelona nunca consiguió que él la siga porque él era música y era libre. Así se recordaron 39 años de la muerte de José Alfredo. Siempre es curioso que estas fechas sirvan para homenajes, para un recuerdo que esquiva los días comunes, pero así sucede.
El día de su velatorio, otra fue la historia, el homenaje –justo y necesario– fue cantado, porque a artistas así, no se los puede despedir con rezos y llantos, como habría gritado el mariachi “Indio” Fernández, la noche de su último adiós.
La vida de José Alfredo fue múltiple, con múltiples oficios, una creatividad desbordante y una pasión única que quedó grabada e impresa en composiciones que hoy en día son, casi, universales.
El rey, No me amenaces, Amanecí en tus brazos, Paloma querida, Caminos de Guanajuato, Caballo blanco y Un mundo raro, fueron interpretadas por Jorge Negrete, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Lola Beltrán, Javier Solís, la española María Dolores Pradera y la inmortal Chavela Vargas, entre otros. De él, se puede decir que murió como vivió, con sus canciones no sólo acompañó la tristeza de corazones solitarios, también devolvió a la música popular de su tierra al sitial que merecía. Por eso, un día como hoy, no queda más que recordarlo en nuestro último o primer tequila.