El censo, innegablemente, tuvo graves yerros que el INE ignoró, al no hacer caso a observación alguna. Todo muestra que fue un censo poblacional impuesto y no de consenso como lógicamente debió ser. ¿Cuál ha sido la pretensión al haber ignorado aspectos fundamentales que debió consignar la papeleta censal? La forma como se realizó ha despertado susceptibilidades en la población, porque se cree -erróneamente o no- que el censo no fue lo que debería ser y los objetivos parecen más políticos, que efectivamente buscar resultados sobre la realidad poblacional del país.
Para empezar, al ignorar al mestizaje tal vez se pretenda mostrar a nuestro país como completamente indígena, lo que va en contra de realidades que son categóricas y terminantes. Igualmente, se ignoraría completamente las creencias religiosas del pueblo (¿será porque surgen, al calor de la Pachamama, nuevos “dioses”?). Este desconocimiento viola la personalidad de los bolivianos que pertenecen a uno y otro credo religioso, especialmente católico, que es la mayoría de la población, con inclusión de los que en momentos conflictivos protestan contra el Creador, pero profieren la frase: “Gracias a Dios, yo soy ateo”.
Cómo se tratará el caso de la vivienda sabiendo que desde el último censo del año 2001 han habido grandes variantes en todas las ciudades del país, ya que las que eran casas se han convertido en edificios multifamiliares; y está el caso de los emigrados entre departamentos, como los trasplantados a Cobija y que son alrededor de 500 familias, cuya situación desconoce todo el mundo, pese a haber recibido miles de promesas y ofertas que no se han cumplido.
La verdad es que hay muchos aspectos que darán lugar a desnaturalizar la composición social del país. Si a todo lo dicho se añade la afirmación del Vicepresidente de la República en sentido de que “Los pueblos indígenas son hoy el sector hegemónico conducente del proceso estatal”, el problema es grave, porque los indígenas no son mayoría en el país, puesto que no llegan a un 35% de la población, sin tener en cuenta que existe una migración permanente del campo a las ciudades, hecho que forzosamente ha disminuido el porcentaje señalado, que no puede ser hegemónico porque no es mayoritario.
Por otro lado, habrá que ver, con mucho cuidado, el caso de las 36 etnias a las que muchas veces se refieren los discursos populistas. ¿Esos nativos son parte de la “hegemonía” sustentada por el Vicepresidente? En fin, hay interrogantes que el INE, más por soberbia que por desconocimiento, no sabría cómo responder.
De todos modos, como se dijo que “el censo será realidad de todos modos”, habrá que ver qué sorpresas nos da; pero, eso sí, las confusiones que creen esos resultados dejarán a la población con muchas preguntas y, lo más grave, con una incredulidad muy grande sobre la seriedad y responsabilidad con que haya sido conducido el censo.
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