Por José Huidobro Bellido
El año de 1987 a fines del mes de agosto, el suscrito y el arqueólogo Johan Reinhard, el famoso escalador de montañas y descubridor de las no menos famosas momias “Juanita” (nevado de Ampato, Arequipa, Perú); “La Doncella” (nevado de Llullaillaco, frontera entre Chile y Argentina), ascendimos al nevado ILLIMANI, ladera suroeste, hasta una altura de 4.500 a 5.000 metros sobre el nivel del mar, conjuntamente con un Hilacata y un Yatiri de la comunidad de Arasaya (Anansaya?) de la población de Kohoni, provincia Murillo del departamento de La Paz, con el fin de documentar un ritual aymara que se desarrolla cada 6, 7, y 8 de septiembre de cada año (ver Huidobro 1994).
Hoy, año 2012, publicamos el presente artículo debido a la importancia de lo que sucedió el año 1987).
Durante la realización de la investigación etnológica, la misma fue alternada con labores de prospección arqueológica la cual dio excelentes resultados. En esta labor contamos con la preciada colaboración e información del señor Lorenzo Mamani, vecino de la comunidad de Arasaya.
Así a una altura de 4.500 msnm. Se localizaron terrazas artificiales más conocidas como andenes, en el lugar conocido como Lekelekeni. Y lo más importante, la ubicación de un grupo de habitaciones en número de 26 construcciones cuadrangulares, rectangulares y una circular a una altura de 4.550 msnm. ¿Un Santuario de Altura?
Según el arqueólogo argentino Schobinger, “santuario” debería denominarse a construcciones ubicadas a más de 5.200 msnm. (Schobinger 1966), sin embargo, el Centro de Investigaciones Arqueológicas de Alta Montaña (CIADAM) a establecido que ruinas ubicadas a 2.000 m. de altura o más sean consideradas SANTUARIOS DE ALTURA (CIADAM 1978). Por ello el conjunto arquitectónico del Illimani recae dentro de la categoría de Santuario de Altura. Dicho yacimiento arqueológico fue bautizado por el Dr. Reinhard como ILLIMANI.
Lo que resulta novedoso para la arqueología nacional es que existen construcciones arquitectónicas a esa altura, y según informaciones de muchos vecinos de Kohoni dentro de este santuario se encontrarían enterradas momias de niños y niñas, afiliadas cronológicamente a una época anterior a la Inca, posiblemente Tiwanaku (lo cual reviste mayor importancia). Por ello el Ministerio de Cultura debería organizar una misión de prospección arqueológica y posterior excavación que podría iniciarse al interior de la habitación No 7. El personal muy especializado donde sugerimos los nombres de los bolivianos Antonio Sagárnaga, Carlos Lemus y Jesús Mejía (antropólogo) y los peruanos Federico Kauffmann Doig y Luis Guillermo Lumbreras. Ojala que este tópico tan importante no quede en la nada como sucedió con mi artículo titulado TESORO BOLIVIANO PERUANO SE IRÍA A ESPAÑA publicado en fecha 15 de enero de 2010, en la página Opinión de EL DIARIO, donde anoticiamos sobre el hallazgo del tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, y que después de dos años todo el mundo se ocupó del asunto con motivo de la visita a Bolivia de la Reina de España, Doña Sofía. En dicho artículo proponíamos unirnos al Perú en su solicitud de que el señor Juez norteamericano ordenara que las monedas coloniales acuñadas en Huancavelica (Perú) y Potosí (Bolivia) sean devueltas a estas naciones andinas, sin embargo Bolivia no movió un dedo (las autoridades culturales de ese tiempo), esperemos que esta vez las NUEVAS AUTORIDADES del ramo con acertada visión pongan los engranajes técnicoculturales en marcha. El valor del tesoro numismático supero los 500 millones de dólares. Si en ese momento (2010) se actuaba conjuntamente con el Perú hoy la historia sería otra.
Volviendo al tema, son muchas las personalidades dentro de las ciencias sociales que no están muy de acuerdo con los tan promocionados sacrificios humanos en el antiguo mundo andino. La doctora Hilda Vidal Vidal, Jefa del Departamento de Antropología Física del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, me comentaba en la ciudad de Lima, que ella dudaba de que la momia “Juanita” hubiera sido sacrificada en la cumbre del nevado Ampato, debido a que en el vestido de la adolescente no existen huellas de sangre puesto que si hubiera recibido la herida estando viva, arriba en la cumbre, siempre habrían quedado huellas de las heridas sobre la ropa y ésta, por el contrario, está bien limpia lo que demostraría que ella fue vestida en su comunidad después de ser momificada y recién llevada desde Cuzco a la cumbre de Ampato. Muy lógica la deducción de la Dra. Hilda Vidal.
Sin embargo los Santuarios de Altura son una realidad que no se puede negar. Incluso muchos de ellos actualmente están en pleno funcionamiento (ver Flores Ochoa 1990).
Notas.
(1) Huidobro Bellido, José. Culto a las Montañas. En “La Verdadera Escritura Aymara”. Pp. 85 a 131. Producciones CIMA. 1994. La Paz. Bolivia.
(2) Schobinger, Juan. La “momia” del Cerro El Toro. 1966. Mendoza. Argentina.
(3) CIADAM. Antecedentes de Santuarios de Altura conocidos hasta 1978. Revistas del CIADAM No 3 pp. 50 a 57. San Juan. Argentina.
(4) Flores Ochoa, Jorge. Taytacha Qoylluriti: el Cristo de la Nieve Resplandeciente. En “El Cuzco, resistencia y continuidad”. Pp. 73 a 94. 1990. Cuzco. Perú.
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