Isabela Carranza
Buenas noches, mi nombre es Isabela, adicta y estas 24 horas no he consumido Blackberry. Pareciera un extremo, pero... ¿Han logrado pasar 24 horas sin su celular? El despertador, mis contactos, hasta mi horario de clases se encuentra en un pequeño aparato, que hasta que intenté no utilizarlo por 24 horas, pude ver la dependencia que tengo hacia un simple aparato. Les relato cómo fue mi día sin consumir celular. Empezó con nuestros amigos de la revista Brújula, quienes nos propusieron intentar pasar un día entero sin celular. “Que fácil” pensé…. Y así iniciaron mis 24 horas.
Llego a mi casa a las 9 pm, quiero ver mis mensajes en Whatzapp, no puedo, es sólo por 24 horas, y apago mi celular. Me despierta mi mamá ya que mi despertador usualmente es mi celular. Hasta aquí todo bien, todo fácil. Salgo a correr sin la música de mi teléfono, el camino parece diferente… Hay árboles que no había visto antes, empiezo a ver que mi teléfono y mi música realmente me desconectan del mundo. Bueno, corro con mis pensamientos, eso es nuevo. Estoy realmente conmigo.
Así transcurre el día, empiezo a experimentar síndrome de abstinencia. Ansiedad por querer ver mis mensajes… ¿Y si me habló….? ¿Y si me llaman para ofrecerme un trabajo? ¿Y si le pasa algo a alguien y no puedo ayudar por no tener mi celular?, ¿y si choco y no tengo cómo avisarle a alguien? Mi mente empieza a encontrar todo tipo de excusas para poder regresar a casa, encender mi celular y sentirme nuevamente “completa”. Me detengo y pienso, SÓLO POR HOY, no voy a ver mi celular, mañana sí lo haré. Me tranquilizo. No está pasando nada.
En una reunión me hacen esperar una hora. No tengo mi celular para jugar o evadir el aburrimiento, o platicar con alguien… Realmente extraño mi celular…. SÓLO POR HOY. Más tarde llego a la universidad y durante la clase se me pasa la ansiedad, estoy concentrada. Pero…. Se acerca el receso, ¿cómo hablo con mis amigos? ¿Cómo sé donde juntarnos? ¿Pido prestado un teléfono? ¡No! No me sé ni un número, todos los contactos los tengo en mi BlackBlerry… respiro profundo. Es SÓLO POR HOY.
Termina el receso, sobreviví. ¿Qué clase me toca? Mi horario…. En el teléfono, ¿Le pregunto a un compañero? Mis contactos…. También en el teléfono. Al fin me encuentro a un compañero, llego tarde a clase. Recibo la clase y regreso a mi casa. No hay cena lista porque no llamé a decir que llego al cenar. Pero ya no tengo hambre…. ¡Ya pasaron 24 horas! Corro a mi cuarto, enciendo mi teléfono… Puedo respirar otra vez. No pasa nada, ya tengo paz, ya tengo mi BB en las manos. Respiro profundo.
¿Cómo se sintieron sin su teléfono?, preguntan en clase. ¿Se sintieron libres? ¿Sintieron paz? En mi caso ni libertad ni paz, más bien angustia y ansiedad. Pero sobreviví 24 horas sin mi celular. Ahora me pregunto… ¿Es esta verdadera libertad? ¿Dependo de algo o alguien para mi paz y felicidad? Hoy puedo decir que tengo una dependencia a mi celular, no sólo por hablar por teléfono, que era para lo que servían los celulares hace pocos años, sino para despertarme, meterme a facebook, ver tareas, pendientes, contactos, números, google. Soy impotente ante mi teléfono.
Buenas noches, soy Pamela, adicta y en esas 24 horas no he consumido Blackberry.
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