Alfredo Loayza Ossio es ante todo un caballero, que invita a tomarle del brazo para un recorrido a través de su prolífica y reconocida trayectoria comprendida en 61 cuadros. Su amplia sonrisa se abre a los visitantes para una invitación más, la reciente muestra el homenaje que se realiza en el Museo Nacional de Arte, desde el pasado 23 de noviembre.
Loayza, el artista potosino, que retrata como nadie la ciudad que lo vio nacer, explica que su formación académica está respaldada por su padre, Teófilo Loayza Enríquez, pintor contemporáneo, que fue parte del grupo –y movimiento cultural– Gesta Bárbara. Después decidió completar sus estudios en la Academia de Bellas Artes. Al terminar su aprendizaje, el joven Loayza formó parte de la segunda generación de Gesta Bárbara y, al igual que su padre, se nutrió de esta experiencia, reforzando la técnica del dibujo.
Cuando se le pregunta en qué técnica se siente más cómodo, el artista comenta algunos datos sobre “la enfermedad del pintor”, que resulta del prolongado trabajo con óleos que tienen sustancias similares al thinner y que disminuyen los años de vida de quienes la usan. Amante de la vida, Loayza decidió limitar las obras que realiza con esta técnica. Sin embargo, muestra con cierto orgullo, su reciente obra, un paisaje potosino que debe ser apreciado con una respetable distancia para ser comprendido en su totalidad.
Cuando se miran de cerca sus obras pueden observarse gruesos trazos, mezclas y contrastes que encuentran armonía en la distancia.
La exhibición refleja los cambios y la madurez del pintor que continúa pintando como hace años, con pasión pero con la contemplación que otorgan los años, dándole la única definición de artista absoluto.