Un debate en la Cumbre

Desde la tierra de mi confinamiento voluntario no puedo captar algunos hechos políticos que amenizan el aburrimiento que sufrimos quienes vivimos al margen de un gobierno autocrático en el cual viven solamente los que gobiernan.

Compadecida de mi situación, sólo mi pariente espiritual logra romper ese cerco de penumbras irrumpiendo con la luz y la alegría al comentarme algunos sucesos de la política criolla.

Con su cantarina voz de cochabambina afortunada me dijo hace dos días: “le cuento, compadre, que el ministro de Gobierno, señor Carlos Romero y la presidenta de la Cámara de Diputados, señora Rebeca Delgado, están a punto de agarrarse de las mechas...”.

Sorprendido por su frase, aunque reconocí que es muy utilizada por nuestro pueblo mestizo, dije a mi comadre que un ministro y una honorable diputada no tenían mechas para agarrarse de ellas mutuamente, pero la cochabambina persistió en su tenor.

Tratando de reflexionar sobre la controversia exteriorizada por los mencionados personajes, dije a mi benefactora que se trataba de una hábil maniobra oficialista destinada a hacer ver que fue una prominente masista quien se opuso tenazmente a la aprobación de una ley anti-constitucional por la cual Bolivia se convertirá en una segunda Cuba, donde el Estado se apoderó de las propiedades privadas que quiso.

La cholita me escuchó con interés y respeto y me dijo que mi interpretación le parecía profunda, pero que no sería comprendida por las masas, por lo cual ella sugeriría un duelo a muerte entre el Ministro de Gobierno y la Honorable Presidenta de los Diputados, para demostrarnos que no se trata de ninguna controversia planificada por el mismo Gobierno.

Sonreí ante la peregrina idea de un duelo caballeresco entre un caballero y una dama que se llama Rebeca, pues el código de honor establece que el duelo a muerte deberá realizarse entre dos caballeros.

La sugerencia de un duelo a muerte entre una dama y un Ministro de Gobierno era irrazonable e irrealizable, pues los protagonistas deberían ser dos caballeros.

Mis conocimientos acerca del código de honor me llevaron a decirle a la cholita cochabambina que tal código no es ni siquiera mencionado en la Constitución Política del Estado y es por ello que me siento confinado en mi “cerco de penumbras”, donde a veces me visita mi amigo y compadre el poeta Oscar Cerruto.

Cuando dije a Macacha que los protagonistas de un duelo tienen que ser dos caballeros, mi comadre nostálgica me manifestó que eso debe ser verdad porque don Nemesio, su esposo que finó, nunca se había batido a duelo, pero les sacó la mostaza a varios cholos que rondaban a su mujer.