José David Berríos Fernández
La dinámica de las relaciones internacionales entre los países, en especial en el ámbito comercial, determina que éstos busquen mejores alternativas para su desarrollo, en un mundo GLOBALIZADO donde los acuerdos de intercambio comercial entre bloques de países se vienen sucediendo día a día.
Precisamente este bloque de países que constituyen el MERCOSUR ha conformado un instrumento de promoción en la inversión de capitales y el intercambio comercial, considerando que el aislamiento resulta mortal para las aspiraciones de desarrollo de los pueblos de la región; una visión de apertura al comercio mundial, con la idea de lograr la atención de inversiones internacionales, como así lo expresa el Art. 20 del Tratado de Montevideo.
Estos postulados de ninguna manera han cambiado, menos aun van a cambiar, dado el relativo éxito de los dos colosos sudamericanos que lo conforman, como son Argentina y Brasil, en desmedro de sus otros dos socios, Uruguay y Paraguay, tal cual ha ocurrido ya en tiempos de la desaparecida ALALC.
Estas diferencias han sido fuente del desequilibrio de poder, pues por un lado están dos países ahora desarrollados, ante otros dos países en vías de desarrollo, aspecto que ha perjudicado de manera determinante la marcha del proceso, con una competencia deficiente, empeorada por la falta de armonización de las normas nacionales, lo que en vez de beneficiar a la integración, ocasiona malestar económico, social y político.
Si bien las relaciones entre los países desarrollados como son Argentina y Brasil, son cada día más fuertes, esto no ha ocurrido con Uruguay y Paraguay, que se han visto siempre sumidos a las determinaciones de los primeros, negándose principios elementales de todo proceso de integración, como los de solidaridad, complementariedad, conmmutatividad, flexibilidad.
Ahora bien, pese al contenido claro y preciso del Tratado de Constitución del MERCOSUR, que en su Capítulo IV, artículo 20 establece las condiciones de admisión de otros países, determinando como premisa fundamental que el país postulante NO PERTENEZCA a ningún otro proceso subregional de integración, se tiene la información oficial de “haber sido invitados a formar parte del mismo”, a sabiendas de que en la actualidad formamos parte de la Comunidad Andina de Naciones, como fundadores conjuntamente Ecuador, Colombia y Perú.
Tal invitación de principio resulta incongruente, habida cuenta que en el pasado, específicamente en la década de los 80, ante propuesta de ingreso de nuestro país, recibimos la categórica NEGATIVA de esta unión aduanera del MERCOSUR, en razón de precisamente pertenecer a otro proceso subregional de integración, en ese tiempo denominado Pacto Andino.
Al parecer existe una serie de intereses regionales de países que desde hace mucho tiempo han aprovechado la superioridad económica para lograr ingresos significativos a costa de otros con los que han entablado acuerdos de complementación económica, amparados en las decisiones de ALALC, ALADI y tratados multilaterales. Comportamiento que seguramente también será aplicado con nuestro país, teniendo en cuenta que en la actualidad nuestra capacidad productiva es mínima en cuanto a diversidad se refiere (petróleo y minerales).
Seamos realistas, para una incorporación como miembro activo del MERCOSUR es necesario NO PERTENECER a ningún otro proceso subregional de integración, lo que no acontece con Bolivia, que es parte integrante de la CAN. De persistir esta alocada idea, tendremos que denunciar el Tratado constitutivo de la CAN y esperar el mismo tiempo que le tomó a Venezuela para liberarse de una situación que aún durará unos seis años más, con las connotaciones que aquello implica.
Concluyendo, somos un país con una producción industrial insípida, al paso que vamos, implementando medidas que día a día alejan más a los inversores, y difícilmente podrá cambiar esta situación. Por ello, de persistir esta alocada idea que sólo tiene contenido político, implicará sumarse a la situación y condiciones en las que se encuentran tanto Paraguay y Uruguay, es decir sometidos a la entrega de nuestras materias primas y como un apéndice circunstancial del proyecto energético de otro coloso como es Venezuela.
El autor es docente universitario.
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