Un escritor apoleño

Durante la colonia los límites de España en la América del Sur estaban teóricamente marcados por el tratado de Tordesillas, pero en la práctica mucho de ese territorio estaba poblado por nativos selvícolas y muy pocos españoles, lo cual significaba un problema de soberanía y de administración para la corona, motivo por el cual el territorio del norte de La Paz, y el de los hoy departamentos de Beni y Pando fueron denominados Apolobamba, sujetos a la jurisdicción de la Audiencia de Charcas, como una unidad.

Los primeros españoles en ingresar a esa zona fueron algunos exploradores y varios religiosos agustinos; los primeros, para encontrar oro o canela con los cuales enriquecerse rápidamente; los segundos, para evangelizar a los nativos. Finalmente quedaron pocos civiles y la difusión del cristianismo, a la salida de los agustinos, estuvo tanto en manos de jesuitas, franciscanos, que se asentaron en el lugar produciendo obra de catequesis y de incorporación de los llamados “chunchos” a la vida comunitaria, en reducciones establecidas por los doctrineros.

Así lo atestigua un informe de Francisco de Paula Sanz, de 1780, elevado al Virrey: “(…) En el de Apolovamba el uno de estos es el guardián que es el único título que tiene por cabeza de estas Misiones; donde todos los Indios viven en Población y arreglados a toque de campana”, es decir, se establece un horario para las labores tanto dentro como fuera de la población, todo a toque de campana. Por ese informe se sabe que el cultivo de tabaco estaba extendido, y que éste es de buena calidad, cultivado desde antes de l765.

Por el mismo informe nos enteramos que: “Estos pueblos aunque debían suponerse todos de Indios Chunchos, por ser Prova, de ellos, hay muchos (pueblos) cuyos habitantes son solo mestisos, Cholos e Indios forasteros (…) y solo en Aten, Apolovamba y en Siamas (Ixiamas), que es el más avanzado a los Infieles Toromonas, son todos chunchos”. Ese informe da cuenta de 1.354 habitantes en la capital. Eso nos hace ver que estaba prácticamente despoblada. Más adelante, un estudio de Néstor Sandi nos aclara que, ya en la República, la provincia Caupolicán fue creada por DS de 23 de enero de 1826, con dos secciones: Apolo y Pelechuco y que, entonces, cuenta con 14.578 habitantes.

¿A qué se debe el crecimiento de la población? A la importancia que comienza a dársele a la cascarilla o quina, de la cual se extrae la quinina, único medicamento con el cual se curaba las tercianas y otras fiebres. Con la importancia de ese principio activo y los precios que alcanza en los mercados europeos, mucha gente se interna en la provincia en busca de riqueza. Aquí comienza la información que César Augusto Machicao Gámez nos da acerca de su tierra, en libros acerca de los Machicao y los Gámez de Apolo, en un afán por hacernos conocer lo que podemos llamar la historia chica, familiar, que basándose en documentación e información oral de sus ancestros nos introduce también en la agitada vida de ese jirón patrio.

Los pobladores no originarios de Apolo, que se asentaron en el lugar lo hicieron atraídos por el negocio de la quina, entre ellos los Machicao, los Gámez, los Nielsen, los Franck, Vidal, Hartman, etc., quienes incursionan desde otras tierras como Tupiza, o aun de la Argentina, en una época en la que dominar la selva se hacía con la ley del más fuerte y de la explotación de los nativos tanto para explotar la quina como la goma, peleas internas entre comerciantes no siempre escrupulosos, tanto que dan origen a las rebeliones indígenas de 1865-1866, que tanto dieron que hablar; en fin libros importantes para conocer la historia menuda de una región aún poco integrada al país.

El autor es Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua, correspondiente de la Real Española.