Eric Cárdenas del Castillo
La Fundación Konrad Adenauer y una consultora argentina han hecho conocer un estudio sobre “desarrollo democrático”, el mismo que determina que en América Latina se está consolidando la democracia y en estos últimos dos años no se ha producido un “quiebre institucional” que pusiera en riesgo el modelo (para nosotros sistema) democrático en la región.
En el índice de desarrollo democrático elaborado por esas dos organizaciones en la ciudad de Buenos Aires, encabezan como países de mayor desarrollo en esta materia, Costa Rica, Chile y Uruguay; en el “nivel intermedio” aparecen Argentina, Brasil, México, Panamá y Perú; en nivel de “bajo desarrollo” están Colombia, El Salvador, Paraguay y Honduras, mientras que en el “más bajo nivel” están Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Guatemala, República Dominicana y Bolivia, entre estos últimos países, los del ALBA.
Sin embargo -según el estudio- se ha producido en la región latinoamericana un avance en materia de democracia del 7.15%, respecto del anterior año, y un aumento de la clase media, que importa un 30% de la población, persistiendo un alto nivel de la desigualdad y pobreza.
Conseguir desarrollo económico y bienestar social, junto a un régimen de libertades democráticas, es para el pueblo latinoamericano todavía una tarea pendiente y difícil, en especial porque se han arraigado en el poder político de algunos países (en especial de los del ALBA) regímenes autoritarios que, tras la “máscara” de la democracia, han reducido una serie de derechos y libertades que hacen al sistema de vida democrática, como los de la libre expresión.
Por el contrario, han dado curso a la persecución política judicial, la concentración de poderes, por sobre la independencia de éstos; la administración discrecional de los recursos públicos, el control de los medios de comunicación social, la violación sistemática de las leyes; la reelección permanente, en contra de la alternabilidad en el poder político, uno de los principios democráticos, con las escuelas de corrupción, polarización ciudadana, etc.
Si bien es cierto que los altos precios de las materias primas que tenemos y exportamos los países latinoamericanos en alguna medida han influido en una mejora de los índices macro económicos, no es menos cierto que los índices de pobreza y en especial de bajo nivel de desarrollo humano, han variado muy poco, esto debido a la deficiente administración de los recursos económicos públicos, pues el “despilfarro” es otra nota de los regímenes populistas de corte izquierdista, que desconocen lo que es un presupuesto, una administración y control del manejo de recursos públicos y peor aún, de fiscalización, pues los “caudillos” disponen de los recursos de todos, como cosa propia, en especial en sus planes políticos para perpetuarse en el poder.
A contrario sensu, en los países con regímenes auténticamente democráticos, y que encabezan la lista de desarrollo democrático, son los que más han progresado, con índices de 6, 7 y más por ciento anual, lo que importa que a más democracia, mayor desarrollo y crecimiento, y en consecuencia mejor bienestar social de los pueblos en su conjunto.
La lucha por conseguir vivir en un estado de libertades y democracia ha sido la constante en la historia de la humanidad y, por supuesto, en la nuestra, no obstante, pese a los regímenes de gobierno autoritarios, que todavía se mantienen en algunos países del mundo y Latinoamérica, el presente siglo -como lo anotamos ya antes- tiene que ser el siglo de las plenas libertades, en el que desarrollo, crecimiento económico y progreso deben ir acompañados de libertad y democracia. Es a ese objetivo a donde apunta la humanidad.
En nuestra Patria, el Siglo XIX y parte del XX, fue un tiempo de inestabilidad y autoritarismo político, y la conquista de la democracia ha costado miles de muertos y el sacrificio de otros miles, que tuvieron que dejar el país, sus bienes y familia. Por ello la conquista, conservación y profundización del sistema democrático, ya no sólo como sistema de gobierno, sino de vida, debe ser la finalidad de la sociedad boliviana y, por supuesto, Latinoamérica, y sí entonces podremos ser dignos herederos de nuestros padres, que lucharon por dejarnos una Patria libre. La tarea histórica sigue pendiente, en buena medida.
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