Proyecto ovnis (Tercera parte)

La Base Antártica

Por Pablo Santa Cruz de la Vega

LOS ALIENÍGENAS Y LAS SOCIEDADES SECRETAS

Ahora vamos a referirnos a uno de los bandos de alienígenas que para fines del Informe nosotros hemos denominado alienígenas liberadores. ¿Por qué liberadores? Porque simplemente quieren partir de las regiones infernales de este universo material definitivamente, llevándose a los suyos que fueron encadenados a los ciclos de vida y muerte del homínido, ya hombre por efecto de la mutación genética que operó un grupo de ellos con el señalado fin de permanecer en el mundo creado y con quienes están en conflicto.

Para referirnos a los alienígenas debemos partir de la Atlántida como contexto del origen. Ya dijimos que los alienígenas entraron en disensión como respuesta a la apresurada decisión de algunos de ellos de mezclarse con el homínido modificado genéticamente e interactuar en el mundo confundidos con los seres humanos. Esto trajo como resultado la aparición sobre la tierra de las razas raíces: roja, amarilla, negra y blanca. Explicaremos esto paso a paso.

La primera acción de guerra de los extraterrestres rebeldes, es decir los que no pactaron con el creador, fue la adopción, si vale el término, de los hombres cromagnón o raza cromañón. De esta raza descenderían los pueblos hiperbóreos que tienen su origen en la Atlántida y darían lugar a los pueblos del pacto de sangre, es decir, aquellos hombres que pactarían con los alienígenas rebeldes a fin de liberarse en el momento justo de las ataduras de la materia. Por el otro lado, de los alienígenas que pactaron con el creador descenderían los pueblos del pacto cultural, es decir, aquellos que habrían marcado los grandes hitos históricos para nuestra cultura, desde la instauración del monoteísmo y sus monacatos oriental y occidental, hasta las inquisiciones, las reformas sociales y culturales, las grandes revoluciones, etc.

Ambos pueblos, tanto los del pacto de sangre, como los del pacto cultural, tenían una casta dirigente que estaba en contacto directo con sus guías o progenitores alienígenas. La diferencia estribaba en que los pueblos del pacto de sangre tenían a su realeza como nexo o contacto con los dioses, entre tanto los pueblos del pacto cultural usaban como nexo o contacto con los superiores no a la realeza sino a una casta sacerdotal. Es decir, mientras la aristocracia de un pueblo del pacto de sangre estaba en contacto con los superiores por la memoria de sangre, el recuerdo de su origen extraterrestre, los sacerdotes del pacto cultural entraban en contacto con sus deidades a través del culto, el sacrificio y la afirmación de la materia y el mundo creado.

Luego de terminada la guerra entre los pueblos del pacto de sangre contra los pueblos del pacto cultural que destruyo la Atlántida, los remanentes se enfrascaron en una guerra de movimientos, estos sobrevivientes comenzaron a marchar hacia el este, mezclando su sangre con las aristocracias de muchos pueblos leales al pacto de sangre, y de diversas razas, roja, amarilla, negra y blanca.

Uno de aquellos pueblos fueron los iberos, que fundaron el gran imperio de Tartessos, el rastro más visible de la Atlántida. En ese entonces, la era postdiluviana, los pueblos del pacto de sangre mantenían contacto con los dioses a través de unas gemas o transductores. Las élites aristocráticas formaban iniciados que debían prepararse toda una vida para hacer funcionar los transductores y comunicarse con los Dioses. El funcionamiento de los transductores dependía de la pureza de sangre de los iniciados, de ahí que los pueblos del pacto de sangre no se mezclaban con otros que no tuvieran el mismo signo racial. Estas gemas o transductores eran custodiados por expertas élites iniciadas, no sacerdotales sino más bien, aristocráticas; por ejemplo, todos los oráculos del mundo antiguo habrían poseído estas gemas. Los antiguos griegos de raza pelasga eran también pueblos del pacto de sangre, y tenían en su poder varias de estas gemas, la más famosa se guardaba en Delfos, y a través de ella podían contactarse con Apolo, que sería un alienígena del bando liberador. Esta deidad era conocida como Navután por los tartesios, y como Wotan u Odín por los pueblos del pacto de sangre de razas nórdicas y germánicas.

En cuanto a los pueblos del pacto cultural, quienes tenían el nexo con los alienígenas que afirmaban la materia, eran las castas sacerdotales especialmente iniciadas por los resabios atlantes acólitos de las potencias de la materia, que para comunicarse con ellos levantaban templos con un área o santuario especialmente acondicionado con transductores y al que sólo tenían acceso los sacerdotes de la más alta jerarquía. Los pueblos del pacto de sangre se caracterizaban por ser principalmente aristocráticos y guerreros. Es decir, tenían un sistema de castas donde la aristocracia guerrera conformaba la casta gobernante y los agricultores y artesanos, la casta civil o plebeya; ocupaban un territorio y lo amurallaban. Los pueblos del pacto cultural tenían una casta sacerdotal por encima de todo, luego una milicia mercenaria al mando de una aristocracia sometida al sacerdocio, y castas de pastores y comerciantes, rara vez se asentaban por largo tiempo en algún lugar y generalmente eran nómadas.

Hecha esta aclaración, continuaremos con los pueblos del pacto de sangre. Los tartessios se aliaron con los lidios para resistir el asedio de un pueblo del pacto cultural que poseía una elevada cultura y un poderoso ejército mercenario. Los fenicios. Cuando estos finalmente invadieron Tartessos, llegaron los sacerdotes con una misión especialmente encomendada a ellos por los alienígenas del pacto cultural, aquellos que pactaron con el creador y las potencias de la materia. Encontrar los transductores con los que los tartesios y los pueblos del pacto de sangre se contactaban con los dioses liberadores, y destruirlos.

Así las élites iniciadas que custodiaban las gemas, pasaron a la clandestinidad. Con la llegada de los romanos, se emparentaron con su aristocracia hasta el siglo tercero, en que nace la Iglesia Católica y se prohíben los cultos paganos; detrás de esta prohibición están los sacerdotes que buscan aún los transductores. Comienza la judeocristianización de la Europa pagana. En el siglo X sólo los tartesios y algunos pueblos anglosajones y vikingos conservan todavía sus transductores que no han caído aún en manos de los sacerdotes judeocristianos. Es necesario acotar que las élites iniciadas de la realeza engastaban las gemas sagradas en objetos reales como coronas y espadas.

Muchos de estos pueblos se embarcaron a América trayendo consigo los transductores. Los sacerdotes judeocristianos llegaran en el siglo XV bajó la égida de un archisacerdote de la fraternidad blanca, Cristóbal Colon, buscando el rastro de ellos por toda Mesoamérica y Sudamérica. Y es aquí donde se encuentran con un transductor que estaba en manos de la princesa Papan, hija del rey Monctezuma. Se trata de una piedra pulida en basalto negro. El sacerdote franciscano Pedro de Gante, que lo tuvo en su poder, murió dejándolo en un cofre que por azares llenos de sentido, fue a dar a las manos de la Reina Elizabeth, que a su vez lo cedió a su asesor de la corte Jhon Dee para que estudiara sus raras propiedades. Este gran científico tardaría años en comprender su funcionamiento logrando contactar con los “ángeles”, como los llamaba Dee, que no eran sino los dioses liberadores llamados Kukulcan por la princesa Papan.

Estos “ángeles” le ordenarían a Jhon Dee formar una orden iniciática con miembros de la aristocracia austriaca. Estamos en el siglo XVI, la Sapiens Dominobatur Astris llegaría a través de las órdenes Einherjar, Germanenorden, y Thulegessellschafft al siglo XX, en la que unos Iniciados lograron contactar nuevamente con los “ángeles”, que les habrían anunciado la próxima llegada de un enviado de Odín… y adivinen… este enviado llegó al poder en Alemania el 30 de enero de 1933. Su nombre, Adolfo Hitler. Su misión: detener la ofensiva que las potencias de la materia y los alienígenas que afirman el mundo de la materia han lanzado con la creación del bolchevismo. En este sentido existe la carta que Rinden Gyepo, Señor de Chang Shamballa hace llegar a Lenin a través de Nicolas Roerich, un maestro de la Fraternidad Blanca, para felicitarlo por el triunfo de la Revolución. Es justamente para oponerse a la Fraternidad Blanca de Chang Shamballa que la Thlegessellschafft conformaría la Orden Negra SS.

 
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