Alejandra Sanjinés
La producción y exportación del café en nuestro país es un tema que merece atención porque es uno de los principales productos genéricos que son comercializados en el mercado mundial, cuya producción se realiza por lo general en las zonas tropicales. Actualmente más de 80 países lo cultivan en sus diferentes tipos, de los cuales poco más de 50 países lo exportan.
Por el valor que representa, el café es uno de los principales productos agrícolas, con un peso importante en el comercio mundial, llegando a generar ingresos anuales superiores a los 15 mil millones de dólares para los países exportadores y dando ocupación directa e indirecta a poco más de 20 millones de personas en el cultivo, transformación, procesamiento y comercialización del producto en todo el mundo. Para determinar los precios de café a nivel internacional existen dos Bolsas: la de Nueva York y la de Londres; y junto con éstas, la Organización Internacional del Café es la instancia que agrupa a todos los gobiernos de países productores y consumidores más importantes.
En Bolivia este rubro tiene importancia, ya que 23.000 familias trabajan directamente con la producción del café y 12.000 familias de manera indirecta. En los Yungas, el 70 por ciento de los productores está organizado; sin embargo, tiene deficiencias tanto en la producción como en la comercialización.
Actualmente Bolivia exporta café a Alemania, Estados Unidos y Japón, entre otros. En 2011 se exportó más de 4.600 toneladas, mientras que a mayo de este año la exportación alcanzó a algo más de 1.430 toneladas. Sin embargo, las utilidades obtenidas no son satisfactorias para los productores y exportadores, ya que la calidad del café producido, debido a deficiencias en la tecnología, no es el más aceptable en dichos países; a ello se añade que los requisitos son cada vez más exigentes según las normas y las bolsas internacionales que determinan los costos y precios por el tipo y calidad de café.
En efecto, si bien se han mejorado los canales de comercialización en destino, de modo que el exportador de café boliviano ejerce ahora un mayor control sobre determinados eslabones de la cadena comercial, la producción sigue siendo precaria y poco industrializada ya que la maquinaria utilizada para los procesos de pre-beneficio y beneficio es anticuada y en algunos casos inexistente.
Frente a esta situación, se está implementando innovaciones tecnológicas en el cultivo que están orientadas a alcanzar los estándares de calidad exigidos para la exportación; sin embargo, tropiezan con los elevados costos de las inversiones. Esta situación está desencadenando un proceso de concentración empresarial, sobre todo en la fase de comercialización.
Desde nuestra perspectiva, el sector exportador del café en Bolivia aún podría mejorar tanto la calidad del café producido como los beneficios para los productores de café y para las organizaciones cafetaleras, ya que, en las condiciones actuales, la producción comunitaria y extracomunitaria de café satura actualmente los mercados, y los precios muestran una tendencia a la baja. Con políticas públicas más adecuadas, Bolivia podría formar parte de más acuerdos comerciales que repercutan en la mejora del tipo de café producido y la comercialización; pero también en la condiciones de vida de las y los productores cafetaleros.
Alejandra Sanjinés es miembro
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