Hugo Chávez hizo el amago de entregar la espada del prócer de la Independencia, Simón Bolívar, a Nicolás Maduro, vicepresidente, canciller y desde el sábado por la noche, sucesor oficial del recién reelegido presidente de Venezuela. “Nicolás, ahí está la espada de Bolívar, la que le dieron a Bolívar en el Perú”, dijo el mandatario, segundos después de anunciar por televisión que el cáncer que le diagnosticaron en junio de 2011 ha vuelto a arreciar y que si no sobrevive a este nuevo episodio, Maduro debe tomar su lugar. Pero ninguno de los ministros presentes en la reunión, retransmitida por todas las cadenas de radio y televisión del país, le alcanzó a Chávez el sable, bañado en oro y orlado de diamantes. Habría sido demasiado para una sola noche, publicó EL PAÍS.
Es la primera vez que Chávez admite en público la posibilidad de que no pueda continuar al frente de Venezuela, después de haber obtenido un cuarto mandato consecutivo en las elecciones de octubre. Desde que se confesó enfermo, en junio de 2011, Chávez se ha sometido a tres cirugías y a tratamientos de radio y quimioterapia. Pero nunca antes había permitido que se colase en su discurso el tema de la sucesión. “Aquí hay Chávez para rato”, solían decir él y sus ministros hasta el giro copernicano de la noche del sábado, cuando la salud del comandante les obligó a hacer nuevos planes.
La semana pasada los médicos que tratan a Chávez en La Habana le confirmaron que las “células malignas” habían reaparecido, en el mismo lugar de su abdomen donde le han extirpado dos tumores cancerígenos. El Presidente venezolano tiene previsto volar a Cuba para operarse por cuarta vez y ante cualquier eventualidad, ha dejado órdenes claras a sus seguidores. “Si algo ocurriera, que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no sólo debe concluir el período, como manda la Constitución, sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario, que obligaría a convocar a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente. Yo se los pido desde mi corazón”, dijo Chávez.
La preocupación de Chávez es que su ausencia no ponga en riesgo la estabilidad del régimen que ha logrado construido en 14 años de Gobierno. “En cualquier circunstancia, debemos garantizar la marcha victoriosa de la revolución bolivariana, construyendo la democracia nueva, la vía venezolana al socialismo”, ha dicho a los suyos. Desde que se supo sobre su enfermedad, se ha desatado una lucha de poder por la sucesión en el seno del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV): una organización donde conviven el radicalismo de izquierda y el militarismo de derecha. A ellos iba dirigido este mensaje: “Pido todo el apoyo del pueblo y de todas las corrientes, civiles y militares, en primer lugar, para el Gobierno revolucionario en esta coyuntura, y el apoyo y la unidad ante las decisiones que tendremos que ir tomando. Hoy tenemos patria, que nadie se equivoque”.
El 16 de diciembre, el chavismo y la oposición volverán a medir fuerzas en las elecciones de gobernadores y parlamentos regionales convocadas para ese día. La victoria contundente de Chávez en octubre ha sido asumida como garantía de triunfo para sus candidatos en la mayoría de los 23 Estados del país. Porque el chavismo no ha reconocido a otros líderes: aunque Chávez no sea candidato, aunque su nombre no aparezca en las papeletas, es por él y por su movimiento por quien votan en última instancia. Pero ahora que la enfermedad dispone otra cosa, sus candidatos deberán arreglárselas solos.