Los estudiantes y los profesionales en medicina son conscientes de la importancia y responsabilidad material y espiritual que implica el juramento hipocrático, así la interpretación sea por el método gramatical o literal o el método sistemático y hasta teológico. Hoy, como consecuencia de la actividad del hombre, conducente a su autodestrucción debido a la producción de armas nucleares, que mantienen la posibilidad de una guerra nuclear, el juramento de Hipócrates debería rezar:
“Yo prometo, con el propósito de proteger el bienestar humano, nunca utilizar la energía nuclear para fines destructivos y dedicar mi vida de médico a la lucha contra la enfermedad, la pobreza, la ignorancia y la guerra nuclear”. Esta propuesta es inequívocamente pertinente a la evolución actual de la humanidad con sus adelantos y regresiones que ensombrecen la creatividad del hombre, por perseguir su propia destrucción, sin meditar sobre la simple belleza de vivir.
Esta posibilidad de reforma del juramento hipocrático ha sido desarrollada por mi amigo, el Prof. Dr. Ernesto Kahan, premio Nobel de la Paz de 1985, pues como él es médico, poeta y eximio escritor, expresa que la aceptación de la carrera nuclear significa cometer un acto inmoral y no ético, ya que significaría contribuir directamente al peligro de extinción total de la vida en nuestro planeta, ante la eventualidad de una guerra nuclear.
Si se analiza lo precitado en cuanto a la reforma del juramento hipocrático, sea el individuo letrado o no, pero con una imperativa sensibilidad por el valor de la vida, el lector encontrará una razón válida para apoyar los esfuerzos de los médicos honestos del mundo para evitar una confrontación nuclear, aunque todos estos esfuerzos no estén bajo la jurisdicción exclusiva de los médicos.
Las cruzadas contra la pobreza, desnutrición, contaminación del ambiente, delincuencia y la más terrible y atroz que es la drogadicción (léase el libro “Adiós a las drogas”) son ejemplos de actividades en las cuales las organizaciones de salud se coordinan con los sectores sociales y económicos para proteger el medio ambiente biológico y social. Lo expresado se logra interpretando que la confianza es la creencia en la honradez, lealtad y fiabilidad del otro, y la del arbitraje y mediación como valiosos instrumentos operacionales.
Las naciones deben imprescindiblemente actuar bajo este principio que es el único conducto hacia la paz.
El autor es abogado corporativo, postgrado en Arbitraje y Conciliación.
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