En distintas regiones de Bolivia, esta época significa un retorno a prácticas tradicionales donde se adora al niño Dios. Sobre todo en ciudades como Sucre y Potosí, cuna de los ‘Chuntunquis’, estas costumbres se mantienen latentes.
¡Volteo, volteo!, gritan los niños mientras sus amigos dan volteretas en el suelo. Después de girar en torno al niño Jesús y “adorarlo”, como gesto de devoción, por lo que no se puede dar la espalda al pesebre, los niños, jóvenes y adultos son premiados con un chocolate caliente y buñuelos, cocinados con cariño. En Navidad, Sucre es una fiesta enorme con melodías alegres y encuentros familiares.
En esta ciudad, el saber bailar este ritmo es un don y, muchas veces, es un aprendizaje necesario en el desarrollo familiar.