Festejo dominical en El Prado tuvo excesos de alcohol y ningún control

Mientras un joven dormía plácidamente, otro descargó la vejiga sobre la espalda de éste ante la sonrisa de los que presenciaban la escena; metros más allá una joven bebía licor en abundancia, la mitad del contenido se fue a las entrañas y la otra humedeció sus prendas íntimas. Unos resbalaban entre el orín que corría a raudales y el licor derramado generosamente.

No podían faltar las habituales peleas, de manera que como no estaban los ‘cholis’ (léase hinchas de Bolívar), la pelea era entre ellos, golpes van y vienen algunos terminaron en el suelo y otros socorridos por sus amigas, cuyos gritos no alcanzaba a frenar a los iracundos.

Tres millares de jóvenes vestidos con prendas amarillo y negro celebraban un lauro más del equipo de sus amores, lo hacían a su manera, porque entendían que alegría y licor van de la mano inseparablemente.

El lugar elegido hace mucho tiempo es la fuente de El Prado, donde se encaraman los ganadores, corean a los cuatro vientos el nombre de su equipo y dan rienda suelta a su euforia. Hasta ahí todo bien y en orden.

Pasada la sana euforia, muchos se retiraron a casa, otros prefirieron alargar la jornada y acudieron al alcohol, de manera que decenas de botellas, algunas con etiqueta y otras de dudosa procedencia, aparecían desparramadas en la plaza del Estudiante.

Los que intentaban llegar a su domicilio, tuvieron que buscar calles alternativas para no enfrentarse a una especie de callejón oscuro de embriagados y jóvenes que alentados por el alcohol hacían gala de su prepotencia.

“No hay paso si no es del Tigre”, decía con voz poco perceptible un joven que parecía tener las entrañas llena de licor y razonaba con dificultad.

Los organizadores de la fiesta instalaron una tarima y contrataron un par de grupos musicales para prolongar la fiesta hasta pasada la medianoche.

Poco a poco los alegres hinchas del equipo campeón dejaron el bastión de la fuente de El Prado, tan pronto se dieron cuenta que no podían mantenerse en pie y se había cerrado el telón del día domingo.

En 100 metros a la redonda no se veía agente del orden alguno, a pesar de que a metros de la plaza del Estudiante se encuentra un centro policial. Duro desafío para padres de familia, educadores, medios de comunicación y entidades encargadas de transmitir valores.