Samuel Castellón Arce
Por los años 1920 - 1923 se habría efectuado la emisión de bonos como respaldo a un financiamiento que permita atender obligaciones atrasadas, hacer el reembolso de deuda externa e interna, que posibilite la construcción de carreteras, de ferrocarriles y su mantenimiento, operación que fuera encaminada por Bautista Saavedra, Presidente de Bolivia por el Partido Republicano, luego de la caída de los liberales.
Inicialmente se habría planteado la necesidad de tramitar 15 millones de dólares, aunque luego de algunas evaluaciones y bajo la recomendación de los propios financiadotes, se incrementó el monto hasta 33 millones de dólares, suma que actualizada a 2011, vendría a representar algo así como 445 millones. Con Stifel - Nicolaus, en mayo de 1922, se firmó el contrato, después que para su aprobación tuvieron que enfrascarse en discusiones, acuerdos y desacuerdos, hasta que bajo la condición de “ley secreta” se consiguió dar curso al financiamiento en condiciones onerosas para el momento que Bolivia estaba atravesando. La tasa de 8%, a 25 años plazo, sirvió para calificar la operación como “(los bonos de la emisión del 8% de 1947)”. (Tan lejos del mar, Robert Brockmann, pág. 130- 131).
Las garantías otorgadas a los financiadores estaban representadas, prácticamente, por todo lo que por efecto de la ejecución de los proyectos con dicho empréstito se llegaría a obtener como beneficio.
Ahora, creo que la situación del año 2012 no tiene parecido con la del año 1922, especialmente si tenemos en cuenta que el Estado Plurinacional está en bonanza y cuenta con reservas que sobrepasan los 13.000 millones y, al parecer, no tiene apuro en solucionar problemas para los que de manera explícita se dice que se acude a la emisión de bonos, porque son instrumentos financieros de deuda usados por entidades privadas o gubernamentales para obtener fondos de mercados financieros.
En Bolivia, la Asamblea Legislativa aprobó la emisión de Bonos Soberanos por 500 millones de dólares estadounidenses a 10 años plazo, con la tasa de interés de 4.875% anual, que está por debajo del promedio que, indican, rige en Latinoamérica y otros países, de 7.963%.
En el criterio del Estado, la emisión de estos bonos avalará el endeudamiento de empresas públicas y privadas. Es de suponer que los dineros que sean obtenidos por la colocación de los Bonos Soberanos, serán destinados a construir caminos, ductos de gas, electricidad por una parte, y por otra, ampliar proyectos en la ejecución de sistemas de salud, vivienda y educación. Algunos no son del todo rentables ni productivos, se acomodan a la condición de servicios a cargo del Estado.
Es posible que los Bonos Soberanos hayan tenido la demanda que declara la autoridad de Economía, y que los 500 millones quedaron muy por debajo, porque según lo comentado, el importe llegaba a 4.217 millones para 267 inversores.
La tasa ofrecida de 4.875% está por debajo del promedio, y sorprende tal cantidad de inversores directos o a través de asesores. Cuáles serían o son las garantías ofrecidas en los documentos (Bonos Soberanos) a los adquirientes de USA 43%; Europa 39%; Latinoamérica 16%; Oriente Medio y Asia 2%, pues no creo que la calificación de (B-) y haber pasado a (BB-), sea el mejor referente. Lo que falta saber es ¿quiénes son los compradores de estos Bonos Soberanos o cómo está compuesta la lista de los tenedores: personas, empresas, corporaciones y a que actividades se dedican?
Al cabo de 10 años, el Estado tiene que desembolsar cerca del 50% más del total original. El plan de inversiones del Estado, o quienes lo ejecuten con los 500 millones, ¿contemplará las líneas que viabilicen beneficios, y además que cubran la cuantía del futuro desembolso?
Hay muchos cuestionamientos sobre esta determinación. Si no se logra generar buenos rendimientos, los acreedores de USA y Europa con el 82%, pueden caer sobre lo que constituya y siempre ha constituido el potencial de nuestras materias primas.
Si el destino de los 500 millones no es para otra cosa que, por ejemplo, incrementar las reservas monetarias (¿para qué?), colocar mayor volumen de dólares en el mercado para estabilizar o bajar la tasa cambiaria, reducir las tasas de interés que desincentiven aún más el ahorro interno, así como otras consideraciones importantes, hace pensar que las cifras de la Hacienda Pública se pintan de color rojo, como ya lo han manifestado algunos analistas de la rama económica y financiera.
El autor es Licenciado en Ciencias Económicas y Financieras.
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