Guido Zambrana
Contra todo lo que podría suponer la población, la Facultad de Medicina de la UMSA no tiene ni tuvo un hospital propio, aunque tradicionalmente sus alumnos realizan desde hace décadas sus prácticas en el “Hospital de Clínicas”, también conocido como “Hospital General”, y hasta como “Hospital Universitario”, sin serlo realmente.
En los inicios era natural que un hospital del Estado cobijara a los estudiantes de medicina, enfermería y posteriormente de otras Carreras de la Universidad Pública para sus prácticas. A su vez, orgullosamente todos los profesionales impartían enseñanza, fueran o no docentes remunerados por la UMSA. La docencia siempre fue una función inherente al buen profesional de la salud; por su parte, se reconoce universalmente que los hospitales de enseñanza elevan su nivel y la calidad de sus servicios.
La función docente de los hospitales se formalizó hace varios años con el Convenio Docente Asistencial y de Investigación (CNIDAI), firmado con el Ministerio de Salud, Caja Nacional de Salud, el Colegio Médico y el Sistema Universitario, que establece el uso exclusivo por universidades estatales de los hospitales públicos para la enseñanza. En ese marco, el beneficio resulta recíproco porque los estudiantes se constituyen en mano de obra gratuita para muchas tareas, y la institución de salud les brinda el escenario académico para la práctica pre profesional.
Así queda desvirtuado el mito de que los hospitales le hacen un favor a la Facultad de Medicina de la UMSA al recibir a sus estudiantes. Ocurrió también que muchos hospitales y centros de salud públicos fueron seducidos por universidades privadas para recibir a sus estudiantes a cambio de dinero y otras reciprocidades, desplazando de esa manera de algunos sitios a las universidades estatales de todo el país.
Producto de las nuevas circunstancias, aparecieron en los hospitales diversas formas de maltrato a nuestros estudiantes, a quienes les hacen sentir intrusos. Por su lado, los profesionales que son docentes sufren mucha presión institucional, quienes a pesar de realizar legítimamente docencia y asistencia simultáneas, son perseguidos y acosados con auditorías, obligándoles cada vez a realizar descargos, aclaraciones y devoluciones, o finalmente a renunciar a sus fuentes laborales. La presión, particularmente de la CNS, ha llevado a la Facultad de Medicina de la UMSA a firmar acuerdos restrictivos, cada vez con más exigencias a la Facultad y más limitaciones para sus docentes y estudiantes.
La evolución de los hechos demuestra que en el futuro serán mayores las dificultades que enfrente la UMSA para la práctica hospitalaria en centros públicos y del Seguro. La falta de un hospital propio y la dispersión de estudiantes en numerosos centros, dificulta la coordinación, seguimiento y evaluación de la enseñanza clínica, de manera que la Facultad no logra constituirse en una escuela científica referencial porque sus centros de práctica clínica son ajenos y cada vez más excluyentes.
Entre otros efectos, la Facultad de Medicina de la UMSA con hospital propio contribuiría a resolver la grave falta de especialistas porque el CNIDAI no tiene capacidad para atender la demanda; menos aún, ahora que se pretende implementar un nuevo Sistema Universal de Salud. Las mejores Facultades de Medicina, como la de la Universidad Católica de Chile, lograron resolver sus necesidades de formación clínica en pregrado y postgrado cuando decidieron contar con hospital propio. Allí sus académicos realizan docencia y asistencia a dedicación exclusiva, incluyendo la atención a sus pacientes privados, sin tener necesidad de abandonar su centro hospitalario y captando recursos para su Facultad.
Con esa visión, pese a opiniones adversas, hace algunos años iniciamos un proyecto de Hospital Universitario de 200 camas, para primer y segundo niveles de atención, integrado a una red de servicios. Para ese fin logramos la asignación de 27.000 metros cuadrados en los predios de Cota Cota, y recursos del IDH para los trabajos de diseño final. Sabíamos que el terreno, con un valor estimado en siete millones de dólares, constituye una sólida contraparte para tentar a la cooperación internacional y lograr el financiamiento necesario para la construcción y equipamiento.
Debe quedar claro que al contar con hospital propio no habrá necesidad de abandonar los escenarios clínicos que se utiliza actualmente, pero la UMSA dispondría de mejores condiciones para ejecutar sus programas de pregrado, investigación, postgrado y residencia de especialización en todas las Carreras del área de la salud. Así mismo, se crearía las condiciones para brindar servicios médicos del más alto nivel a la comunidad y a los universitarios de San Andrés que actualmente tienen un programa de atención médica que compra servicios.
Es imprescindible que la Facultad de Medicina de la UMSA cuente con su hospital, y sería un error histórico imperdonable si no retoma ahora este proyecto, porque de todas maneras algún día por las circunstancias tendrá que dejar de mendigar espacios hospitalarios cada vez más inaccesibles. No debemos temer a grandes desafíos porque tenemos una Facultad con docentes y estudiantes capaces de enfrentarlos, sólo falta catalizar sin prejuicios el deseo y la voluntad colectiva.
El autor es ex Decano de Medicina, UMSA.
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