La congestión vehicular provoca un verdadero caos en el centro paceño

Si alguien intenta llegar al centro paceño en un radiotaxi, la respuesta es simple “no se puede llegar hasta ahí” o “no hay paso para ese lugar”.


Vista del panorama estresante que provoca el congestionamiento vehicular en pleno centro de La Paz.
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Si hace una semana era un tormento ir en coche por el centro de La Paz, con el anuncio del posible colapso de un edificio central, el aventurarse a ingresar al casco central es sinónimo de osadía para cualquier conductor.

El problema presentado en el edificio El Alcázar determinó que se corte el paso por la calle Federico Zuazo y las adyacentes: Batallón Colorados, Tiahuanacu y Campero; no sólo ello, sino que la avenida del Ejército tiene el paso restringido porque las vendedoras de artículos navideños se asentaron en esa arteria, bajo el pretexto de que corren riesgo en el Campo Ferial.

A eso se suma los trabajos lentos en la calle Loayza. “El que planifica estos trabajos en esta etapa del año y en este momento merece un monumento al descriteriado del año”, protesta el conductor de un vehículo particular, quien al doblar la esquina entre la Loayza y Camacho impactó levemente con una anciana.

A estas limitaciones se suma el cierre de la calle Zoilo Flores y Héroes del Acre, de manera que el paso de los coches por la zona de San Pedro es insoportable.

“Si antes tardaba una hora y 15 minutos en llegar de Sopocachi a la plaza Ballivián en El Alto, ahora demoro 2 horas y media. No hay negocio, porque no compensa el gasto de gasolina y desgaste del embrague. Esto es el colmo. Yo no sé porque el Alcalde trabaja justo en esta época y con tan poco obreros en la Zoilo Flores”, se queja el conductor de un minibús.

Si alguien intenta llegar al centro paceño en un radiotaxi, la respuesta es simple “no se puede llegar hasta ahí” o “no hay paso para ese lugar”. Sólo queda tomar un minibús armarse de valor y llegar al centro a paso de caravana.

Este nuevo desorden provoca una serie de cambios caprichoso, por ejemplo, nadie toma en cuenta los semáforos, de manera que cuando la larga hilera de buses y taxis tiene luz verde, se encuentra con dos o tres coches que taponan toda la esquina. En ese momento empiezan los bocinazos, reclamos y palabra de alto calibre.

“No sea maleducado, no ve que hay niños en el minibús”, protestó una señora con un voluminoso bulto en las manos. La respuesta no se dejó esperar y mostró la pobre educación del conductor.

A las 12.30, un taxi, para recorrer una cuadra entre El Prado y la avenida Camacho tardó seis minutos, ni qué decir de la subida hasta la calle Colón.

En estas circunstancias no faltan los que toman de buen humor este problema. “Este es el primer signo del fin de mundo. Este es el principio del caos”, comenta otro de los pasajeros del minibús.

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