La llegada de centenares y más centenares de campesinos del Norte de Potosí duele, duele mucho. Y no faltan ciudadanos paceños que junto a sus esposas e hijos observan azorados a hombres, mujeres y niños con indumentarias confeccionadas por ellos mismos, con polleras, mantas y altas gorras con atractivos y originales decorados de colores, esperando (con las palmas de sus manos abiertas), algunas monedas o alimentos de los transeúntes. Y lo que es peor, en el clima frígido de La Paz, sus pies están apenas cubiertos por rústicas sandalias hechas de llantas de goma en desuso.
Y como para rubricar las escenas desgarradoras, nuestras compatriotas llevan a sus criaturas de pocos meses, envueltas en delgadas mantas, moviéndose y llorando tristemente en las frías aceras de empinadas calles paceñas.
Muchas de esas familias campesinas observan el paso de la gente mientras sus hijos e hijas de ocho a diez años de edad, cantan y bailan al ritmo de pequeñas guitarras y charangos “de Alasita”, alegres villancicos en idioma quechua, la lengua de los poderosos Incas.
Los padres de familia (muchos de ellos ancianos), también visten ropas de confección propia, donde sobresalen los chalecos y los pantalones de “bayeta de la tierra” con innumerables remiendos, toscas costuras y sombreros de cuero de oveja con adornos de colores, algunas flores y plumas de aves silvestres.
Para qué describir más, así se muestran en nuestras calles los campesinos del Norte de Potosí y algunas zonas aledañas. ¡Y qué paradojas! De ese Potosí de antaño que de sus entrañas salió (y sale) tanto mineral precioso para convertir en multimillonarios a miles de aventureros de allende los mares. En fin, esa es la triste realidad de Bolivia: un país rico en recursos naturales, pero… para qué lamentarnos más. Ya sabemos lo que les falta a nuestros gobernantes.
POSIBLES SOLUCIONES
Frente a este panorama conmovedor, desde estas líneas nos permitimos emitir una sugerencia: ahora que está de moda la aprobación de leyes y más leyes… ¿por qué no se le ocurre a algún o alguna asambleísta presentar un proyecto de ley para ayudar, de alguna manera, a nuestros hermanos campesinos del Norte de Potosí? (Eso sí. Eso sí).
Para la obtención de fondos, muy fácilmente se podría hacer un mínimo descuento de fin de año a los “jugosos” sueldos de innumerables jerarcas de los diferentes Poderes del Estado y es fácilmente comprensible que esas “migajas” (económicas) no afectarían en lo más mínimo a los privilegiados del Erario Nacional, porque no hay que olvidar que también los votos de esos desventurados campesinos los encumbraron en donde hoy se encuentran “en jauja” realizando su “trabajo” con poco esfuerzo (mental).
DISTRIBUCIÓN
Con todo el dinero recaudado y después de haber concentrado a todas las familias campesinas (tarea fácil para la Policía y las FFAA), una comisión integrada por representantes de iglesias cristianas y organizaciones de la Prensa Libre (instituciones de mayor credibilidad), entregaría un determinado monto a cada jefe de hogar. O también se podría realizar la adquisición (sin sobreprecios) de telas, ropa (nueva) y víveres para luego contratar buses (podrían ser los utilizados en Chaparina para trasladar a los marchistas del TIPNIS) y otorgarles un feliz y cómodo retorno a sus lugares de origen (con los bolsillos llenos y contento el corazón).
El o la asambleísta que capte estas ideas (no tan descabelladas), comprobará su fácil realización y después, seguros estamos, la opinión pública, el periodismo nacional y los propios beneficiados aplaudirían su digna labor y hasta podría ser que los o las reelijan.
En un país donde sus funcionarios aseguran poseer muchos millones de dólares como reservas, no pueden ni deberían existir mendicantes en las calles de sus ciudades, ¿no es cierto?
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