Las llamadas izquierdas nativas a título de marxismo-leninismo siempre sirvieron de hecho a las derechas más antinacionales y antidemocráticas, en especial durante todo el Siglo XX. Ahora, lo siguen haciendo con agravantes. Con anterioridad, afirmaban que esa doctrina tenía como profunda fundamentación la teoría económica creada por Marx y se basaba en concepciones materialistas, filosóficas, económicas y político-sociales, opinión que era incompatible con todo dogmatismo y que por ello se distinguía de todo género de teorías reformistas y revisionistas.
Para esos “izquierdistas”, esa doctrina sostenía que la religión era el reflejo fantástico de fuerzas terrenas en la cabeza de los hombres; que no existen los milagros; la religión es el opio del pueblo; que su rasgo principal y decisivo es la creencia en lo sobrenatural; que tiene por base el idealismo filosófico; que constituye una forma de conciencia social que forma una unidad de ideología, sentimientos y culto a actos rituales y mágicos. Así mismo consideraba que el marxismo-leninismo rechazaba facultades sobrenaturales y milagrosas capaces de influir conscientemente en la vida; rechazaba que ciertas costumbres y fetiches como las cruces, crucifijos, íconos, etc. tuvieran propiedades milagrosas y cosas parecidas.
Esa concepción marxista-leninista de la realidad ahora ha sido cambiada totalmente y echada al basurero de la historia. En efecto, los neoizquierdistas ahora, en doble discurso, piensan en forma absolutamente contraria y a eso siguen llamando “marxismo-leninismo”, para mantenerse así en el poder y tener como objetivo político lo absolutamente contrario a lo que enseñaban los fundadores del comunismo científico y el “jefe y maestro del proletariado internacional”.
Ahora, en un viraje ideológico de 180 grados, nuestros sabios izquierdistas creen en milagros, la vida extraterrestre, la resurrección, curaciones providenciales, en brujos y yatiris, en la fe, los hechos divinos y, al mismo tiempo, han abjurado al materialismo, que decían que era la única “corriente filosófica científica”, opuesta al idealismo, doctrina que estuvieron practicando a sangre y fuego para tomar el poder y que, en vista que sus planes no dieron resultado, han acudido a todo lo que anteriormente no creían, ni muchísimo menos: ¡¡a Dios!!
En esa forma, nuestros famosos “revolucionarios” han echado por la borda todo su “marxismo-leninismo” y quienes ahora, desde los más altos niveles burocráticos, piden “a Dios” curar a los enfermos de cáncer con oraciones, rezos, misas, rogativas, procesiones, inciensos y quién sabe qué más.
Esa ética marxista ha sido sustituida por el idealismo más absoluto y la biblia de “El Capital” ha sido reemplazada por el idealismo puro de los evangelios de la Iglesia. El idealismo ha sustituido al antimaterialismo, y se adopta las doctrinas sociológicas más anticientíficas y en vez de la dialéctica se acude sin ambages a la metafísica, a tendencias antifilosóficas inherentes a las corrientes más anticientíficas; filosofía que, en el fondo, se liquida como ciencia y ha creado las condiciones para tirar al basurero las mejores tradiciones de la filosofía universal.
En esa forma, el “marxismo-leninismo” nativo, que en el siglo pasado arrojó en los hechos su doctrina, poniéndose al servicio de corrientes antihistóricas, ahora lo hace en forma ideológica acudiendo a acatar todo lo que había atacado furiosamente y adoptando la concepción religiosa del mundo. ¿Quién puede creer ahora en estos “marxistas-leninistas” que nos ofrecen el “Socialismo del Siglo XXI”?
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