Entre comercio, desorden y nerviosismo
Todavía la oscuridad no da paso al alba, pero el apresurado y nervioso paso de personas que ingresan a la terminal aérea de la ciudad de El Alto coincide con la llegada de más vehículos provenientes de la hoyada paceña. Llegó la temporada navideña y con eso los viajes, muchas veces improvisados y desordenados.
Mientras los taxistas ofrecen sus servicios a los visitantes que bajan de las aeronaves, antes que estos se den cuenta de que subirse a un minibús es más barato, personal del aeropuerto insiste en ayudar a bajar las maletas de las personas que llegan, en busca de una generosa propina, que en la mayoría de los casos no se da.
En la época navideña, el aeropuerto internacional de El Alto está abarrotado de gente, situación que deja en evidencia que con el paso del tiempo, el antiguamente llamado aeropuerto John F. Kennedy, quedó pequeño para la cantidad de personas que viajan a diario, tanto al interior como en el exterior del país.
Las filas de personas en algunos horarios, especialmente durante los primeros vuelos de la mañana, son interminables e incluso llegan hasta las puertas corredizas automáticas principales de ingreso, otras se cruzan unas con otras, lo que es considerado inusual por turistas extranjeros acostumbrados al orden en los aeropuertos.
Con preocupación puede observarse a padres de familia que esperan en lista de espera, la posibilidad de que alguien no utilice su asiento para poder ocuparlo y llegar así a su destino, caso contrario, los niños tendrán que ser embarcados solos, cumpliendo los procedimientos internacionales para este fin.
Para precautelar la seguridad del recinto, el Comando General de la Policía dispuso que cadetes de la Academia Nacional de Policías brinden seguridad en las instalaciones, tanto por fuera como por dentro, esta dinámica le da otro aspecto al lugar.
La estatal Boliviana de Aviación (BoA), seguida por Transporte Aéreo Militar (TAM), tienen el monopolio del mercado de transporte aéreo de pasajeros, debido a la quiebra de la principal línea aérea privada del país, AeroSur. Esta situación deriva en que por momentos el personal de ambas empresas descuiden reglas básicas y obvias de atención al pasajero, debido a la gran cantidad de personas que intentan abordar una aeronave.
Por momentos la operación de abordaje, tiene más similitud a subirse a un bus de transporte interdepartamental, que a ingresar a un avión.
Mientras las personas que hacen una escala o simplemente esperan la salida de su vuelo, aprovechan para tomar un café o comprar algún recuerdo de los negocios que existen.
Pero afuera de la terminal se vive otra situación, las personas que viajan periódicamente saben que al frente del bloque principal del aeropuerto existen pequeños kioskos que venden desayuno y una gran variedad de refrigerios, que son mucho más baratos de los que ofrecen los restaurantes y cafeterías que están al interior del recinto.
La actividad en general es mucho más dinámica, al pasar las horas, baja el flujo de pasajeros, pero es sólo cuestión de tiempo hasta que lleguen los nuevos itinerarios.
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