Israel Camacho Monje
Desde siempre, los habitantes de la ciudad de La Paz, las autoridades municipales y las del ex Ministerio de Urbanismo y Vivienda sabíamos que nuestra hondonada se encontraba asentada sobre cientos de ríos subterráneos que la hacían inestable y peligrosa para la construcción de cualquier tipo de edificaciones, y que dado el enorme peso de los mismos, provocarían con el paso del tiempo su paulatino hundimiento, afectando a las construcciones aledañas.
En principio se producirían rajaduras de paredes, roturas de cañerías de agua potable, de tuberías del alcantarillado, cuyas aguas servidas al mezclarse y no encontrar conductos de evacuación, se estancarían y humedecerían grandes extensiones de terreno, y al final se produciría la desgracia que desde un comienzo se nos vaticinó. Es decir que todas las construcciones de planta baja y/o edificios terminarían derrumbándose en cadena.
Tal vaticinio nos entró por un oído y salió por el otro, a pesar de haber sufrido en el pasado numerosos derrumbes de casas y edificios, así como deslizamientos de tierras, con pérdida de vidas humanas, quedando decenas de familias en la calle, porque aparte de perder todas sus pertenencias, también se las concentró en guaridas de cuatro paredes de cartón, madera o simples carpas, para que sobrevivan con incomodidad y hacinamiento, dizque en forma provisoria, hasta que el Estado construya sus nuevas moradas.
Esas moradas si alguna vez son concluidas, seguramente serán aprovechadas por los eternos vividores, y los verdaderos y sufridos damnificados tal vez ya hayan pasado a mejor vida, y otros obligados por las circunstancias tal vez volvieron a sus lugares de origen.
Mientras tanto, ya se presentó en semanas recientes otra advertencia, con el desplome de un edificio de cinco pisos y de varias casas aledañas, en la céntrica zona de Miraflores. El estruendo provocado por las rajaduras y caída de una pared y la rotura de puertas, ventanas y vidrios hicieron posible que los habitantes de dichas construcciones se pongan a salvo. Felizmente no se tuvo que lamentar la pérdida de vidas humanas, sí de gran parte de sus enseres.
Como se ha hecho costumbre en estos desgraciados casos, después de producidos los desastres se sigue repitiendo la cantaleta de siempre, en este caso según los funcionarios ediles: “Pro Urban realizó excavaciones irresponsables y los propietarios de las viviendas adyacentes incurrieron en la construcción irregular y sin autorización”.
Por todo lo anterior, es necesaria una reflexión ciudadana para que autoridades municipales, empresas constructoras y propietarios de terrenos ubicados en el área urbana digan: ¡Alto a la construcción de nuevas edificaciones dentro del radio urbano de La Paz!, cuyos pisos pasen más de lo establecido y/o señalado en las distintas zonas de nuestra ciudad, por las autoridades correspondientes.
Y es necesaria la inmediata suspensión de todas las construcciones de edificios, hasta donde estén. Y aquellos que realmente se ajusten a las normas establecidas que continúen hasta su conclusión. Pero si las estructuras arquitectónicas sobrepasan a las previamente autorizados, se deberá destruir sus pilares excedentes y concluirlos bajo estricta supervisión, así como también realizar trabajos de reforzamiento y/o ampliación de las redes de agua potable y aguas servidas, para que aminoren el peligro, cuyos costos deberán ser erogados por los propietarios de los edificios infractores ya construidos, así como de aquellos que están en proceso de conclusión.
Alto a la construcción de edificios que lleguen hasta diez, veinte o treinta o más pisos de altura, como muchos ya existentes que no guardan relación con sus tremendos pesos, con obsoletos sistemas de agua potable y desagüe de aguas servidas, que son una bomba de tiempo.
Finalmente, sí a la construcción de edificios de más de cinco pisos de altura en poblaciones que estén ubicadas, por lo menos, a 30 Km. de las capitales de departamentos, claro está, siempre que cuenten con profundos estudios de ingeniería de suelos, de redes de agua potable y alcantarillado para aguas servidas, y que así como respondan a necesidades del presente, también se proyecten con visión de futuro. ¿Verdad que sí?
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