Un equipo de investigadores del Grupo de Tecnología de Estructuras de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) (España) ha desarrollado un nuevo tipo de hormigón biológico con capacidad para que crezcan organismos pigmentados de forma natural.
Para el desarrollo de este nuevo hormigón los científicos han utilizado dos materiales a base de cemento. El primero de ellos es el hormigón convencional carbonatado (basado en cemento portland), con el cual obtienen un material con un pH de alrededor de 8.
El segundo está fabricado con un cemento de fosfato de magnesio (MPC, del inglés Magnesium-Phosphate Cement), conglomerante hidráulico que no requiere ningún tratamiento para reducir el pH, puesto que este es ligeramente ácido.
El cemento de fosfato de magnesio se ha utilizado anteriormente como material de reparación por su propiedad de rápido fraguado. También se ha empleado como biocemento en el ámbito de la medicina y la odontología, lo cual indica que no tiene un impacto medioambiental adicional, explican los investigadores.
Según los responsables del proyecto, la innovación de este hormigón reside "en que se comporta como un soporte biológico natural para el crecimiento y desarrollo de determinados organismos biológicos, concretamente ciertas familias de microalgas, hongos, líquenes y musgos".
Una vez patentada la idea, el equipo investiga la mejor manera para favorecer el crecimiento de este tipo de organismos en el hormigón. El objetivo de la investigación es conseguir acelerar el proceso natural de colonización, obteniendo un aspecto atractivo en no más de un año.
La idea es también que las fachadas construidas con el nuevo material muestren una evolución temporal mediante cambios de coloración en función de la época del año, así como de las familias de organismos predominantes. En este tipo de construcción, se evita la aparición de otros tipos de vegetación para impedir que sus raíces echen a perder el elemento constructivo, explican.
El nuevo material, que tiene aplicaciones diversas, ofrece ventajas de tipo medioambiental, térmico y estético, según el equipo investigador, de la Escuela de Caminos de la UPC, encabezado por Antonio Aguado y formado también por Ignacio Segura y Sandra Manso. Desde el punto de vista medioambiental, permite absorber y, por lo tanto, reducir el CO2 de la atmósfera, gracias al recubrimiento biológico.
A la vez, tiene capacidad para captar la radiación solar, lo que permite regular la conductividad térmica en el interior de los edificios en función de la temperatura lograda. El hormigón biológico funciona no sólo como material aislante y regulador térmico, sino también como alternativa ornamental, de forma que sirve para decorar la fachada de edificios o la superficie de construcciones con diferentes acabados y tonalidades cromáticas; está pensado para colonizar áreas determinadas, sin necesidad de cubrir toda una misma superficie, y con variedad de colores. La idea es crear una pátina de materia como cobertura biológica o pintura 'viva', señalan estas fuentes.
(Fuente: SINC)
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