En la víspera del día en que se iba a cumplir el año 1.000 de nuestra Era, en Europa se anunció el fin del mundo terreno. Miles de ciudadanos emitieron plegarias, lloraron, encendieron cirios, colmaron las iglesias cristianas y hasta se arrepintieron de sus pecados. Pero al siguiente día nada ocurrió y el mundo siguió dando vueltas como un veloz trompo.
Transcurrieron 800 años sin novedad y el 22 de octubre de 1844 en Massachusetts, EEUU, el adventista William Miller anunció el fin del mundo para ese día en que 50 mil personas oraron esperando el minuto fatal. A poco surgió la figura de Ellen Harmon-White declarando que fue elevada al cielo donde el Señor le dijo que ese día (el 22 de octubre) él, simplemente, pasó de un sitio a otro en el cielo (?).
Años después, entre 1873 y 1874, los adventistas anunciaron nuevamente “la segunda venida del Señor” y otra vez nada ocurrió. Por tal razón, Charles Tazel Russel predijo en un libro que “…la culminación de los tiempos de las naciones” estaba fijada para el 1 de octubre de 1914. Tazel Russel recibió duras críticas por el incumplimiento de su profecía y falleció en 1916 a sus 74 años después de que su actividad religiosa originó la fundación de “Los Estudiantes de la Biblia”, que posteriormente culminó en el movimiento religioso denominado “Testigos de Jehová”
En 1920, Joseph Franklin Rutherford, sucesor de Russel, anunció la resurrección de los patriarcas del Antiguo Testamento para 1925 y para recibir a tan dignos visitantes, hizo construir una gran mansión en San Diego. Rutherford esperó en vano hasta que en 1942 falleció a sus 62 años de edad. En nuestros días, sus fieles seguidores afirman categóricamente que “nadie sabe ni la fecha ni la hora de la venida del Señor”.
OTRAS PROFECÍAS
De nunca terminar serían las innumerables profecías relativas al posible fin del mundo o de la humanidad. En 1976 y 1980, los evangélicos Hal Lindsey, C.C.Carlson y Win Malgo en sus libros “La agonía del planeta tierra” y “El despliegue de Rusia hacia Israel”, predijeron también el fin de la humanidad para esos años.
Y a manera de recuerdo, hay que remitirse a los vaticinios del libro del Apocalipsis de la Biblia mencionando que “…las ciudades de todas las naciones serán destruidas”, de Nostradamus y del obispo irlandés San Malaquías; hasta llegar al famoso 21-12-12 (21 de diciembre del año 2012) atribuido al calendario maya. Pasó ese día y el planeta sigue girando sin cesar.
EN BOLIVIA
En nuestro país, hoy denominado Estado (pluriproblemático) y para no quedarnos atrás en esto del fatídico 21 de diciembre del año 2012, a uno de nuestros vaticinadores se le ocurrió declarar públicamente que “…los indígenas dakotas de EEUU advirtieron sobre la aparición de unos guerreros del arco iris…” y que esos combatientes serían, según su interpretación, nada menos que los aymaras y los quechuas.
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Lo comentado anteriormente ya es cosa del pasado. El globo terrestre continúa moviéndose rítmicamente y la humanidad sobrevive.
En Bolivia, los ciudadanos continúan con sus labores habituales; y otros (que nunca faltan), seguirán degustando de “la rubia que no engaña”, seguirán bailando 365 días “a devoción” de otros tantos santos y seguirán inventando “nuevos pasitos” de morenada y cullawada “in saecula saeculorum” (por los siglos de los siglos). Amén.
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