Juan Bautista Del C. Pabón Montiel
En la hora más grande para la Nación, cuando enfrentamos una de los más graves atentados contra los derechos fundamentales de las personas, se asoma cual luz del Oriente, la memoria de la Natividad del Señor o la Pascua que, es el “paso” a la libertad con el nacimiento del Redentor.
Los delitos denunciados por el ministro de Gobierno, Carlos Romero, son tan delicados que debería ser entregados a una comisión de notables del país, o a una comisión oposición-Gobierno para que, de una u otra manera, se recupere la fe en una institución básica de la sociedad: la justicia. No existe otra manera, que sancionar a los responsables con todo el rigor de la ley. Entonces Bolivia respirará la paz y el perdón tan anhelado.
El perdón deviene de la justicia y la admisión de los errores, entre ellos las omisiones gubernamentales tan visibles, hasta ahora, por las declaraciones de los involucrados. La nación requiere reconciliarse con la verdad, los gobernantes necesitan perdonarse a sí mismos sus debilidades, el incumplimiento de deberes y la fuerte influencia o tutela sobre los otros poderes del Estado, como el Poder Judicial. Ningún otro régimen ejerció tanta influencia como ahora, hasta los extremos conocidos.
Para perdonar y reconciliarse se debe instrumentalizar una visión de Estado, con seriedad de gobierno, madurez mental y política nacional que conlleve la verdadera unión. No podemos seguir mintiendo y autoengañándonos con mentiras, e inventos hasta terminar como mitómanos.
No se diga que heredamos la corrupción o nacimos corruptos e inmorales y debemos conformarnos con nuestros males que son casi de todas las elites en el Gobierno. Pero el pueblo no nació inmoral. Quizá nos hicimos inmorales con nuestro silencio y omisión, debemos admitirlo.
Un país manejado de esta manera corre el grave riesgo, como en otros tiempos, de ser descuartizado por nuestros vecinos fronterizos que siempre esperan la mejor oportunidad para darnos el zarpazo. ¿Los motivos? Sobrarán compatriotas para polonizarnos.
La reconciliación debe partir como ejemplo de los que detentan el poder. Reconciliarse dando una amplia amnistía a los perseguidos políticos que sí los hay desde la tragedia de Pando, hasta el llamado caso terrorismo por el cual tuvieron que huir muchos bolivianos que merecen retornar a sus hogares con amplias garantías para su derecho a la defensa. El Estado Nacional debe dar buen ejemplo y mostrar misericordia para una reconciliación entre bolivianos. No son los discursos que se contradicen con los hechos, los que deben primar en el quehacer de la Patria. El indulto a los presos comunes debe tener amplitud, sin mezquindad que los haga más resentidos a los que la sociedad condena.
Un Estado con sometimiento de todos los poderes en una mano es una grave tentación para convertir en autócrata, dictatorial a un gobierno popular. El día en el que Bolivia sienta esa independencia de poderes, comenzará el desarme moral y espiritual entre nosotros. El respeto a la ley, “la única servidumbre que no mancha”, en palabras del insigne Franz Tamayo, deberá ser el patrón de conducta del Poder Judicial.
Entre tanto, esperamos la buena voluntad del presidente Evo Morales para comenzar, de una buena vez, a darnos la mano y comunicarnos de corazón a corazón. ¿Es mucho pedir?
Puerto Suárez - Santa Cruz, Bolivia.
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