Bolivia urbana: vivir en las ciudades

Las ciudades son mucho más que un conglomerado de personas reunidas en un determinado territorio. Históricamente, de éstas emergieron la cultura cívica-urbana y la idea de “ciudadanía”. Han sido también la primerísima referencia a la necesidad de relacionarse cotidianamente entre diversos. Es en las ciudades donde se cultiva el verdadero sentido de la convivencia intercultural y donde se abonan las condiciones para la realización de las promesas y las frustraciones que aún nos depara la modernidad.

Un 80% de la población latinoamericana vive en ciudades. En Bolivia no será sorpresa que el año 2013, una vez conocidos los resultados del censo, reafirmemos la condición fundamentalmente urbana del país. Reconocer la importancia de las ciudades nos plantea grandes desafíos, especialmente en un contexto en el que no terminamos de aquilatar las consecuencias políticas, culturales, medioambientales, sociales y económicas que tienen en nuestras vidas. Las ciudades despiertan expectativas y concentran oportunidades inexistentes en las áreas rurales dispersas. Lo abigarrado del país se expresa en las urbes, es en ellas donde se plantea el reto de construir una ciudadanía responsable en la relación de la gente, los gobiernos locales autónomos y otras instituciones públicas.

Este es el reto que parece haber inspirado la constitución de los primeros observatorios ciudadanos gestados en las ciudades del eje troncal del país. Es el caso de “Santa Cruz nos Une”, “Cochabamba nos Une” y de “La Paz Cómo Vamos”. Entre sus iniciativas destacan sus encuestas periódicas, las mismas que exploran los niveles de satisfacción e insatisfacción hacia diferentes temas que forman parte de su calidad de vida, como: cultura, salud, educación, transporte, seguridad, entre otros. Adicionalmente, buscan conocer la percepción acerca de las diferentes instituciones de cada ciudad, tomando el pulso a los gobiernos municipales, que son una referencia clave para la construcción y desarrollo de las ciudades.

Es importante que los gobiernos municipales y otras instituciones públicas asuman el valor del carácter independiente de estas plataformas ciudadanas y adopten una actitud menos crítica y defensiva ante sus aportes no siempre bien comprendidos. De hecho, basados en el principio de la corresponsabilidad, los observatorios superan, en calidad, el aporte de organizaciones de participación y control social más acostumbrados a presionar y acumular pliegos petitorios en lugar de privilegiar la dimensión propositiva y la visión estratégica del desarrollo local.

Lo más notable de estas plataformas de observación es su capacidad de articular redes de participación cualificadas en temas de alta complejidad y de recuperar experiencias similares de más de 48 ciudades latinoamericanas organizadas en la Red Por Ciudades y Territorios Justos, Democráticos y Sustentables. Ojalá que el 2013 sea el año del despertar de una conciencia social coherente con una realidad urbana y metropolitana llena de desafíos.