El caso de los campesinos del TIPNIS, que han sido maltratados por las autoridades -como el domingo 25 de septiembre de 2011- porque reclaman por sus derechos, y que además ha despertado la solidaridad de todo el pueblo y hasta de organizaciones internacionales, parece haber sido postergado, aunque el Gobierno ha decidido realizar una “consulta” entre los pobladores de las diferentes poblaciones para decidir si se construye o no el camino que divida el Parque Nacional Isiboro Sécure. Las respuestas, según las autoridades, parecen favorables a dichos trabajos, pero…
El criterio, la opinión, el deseo y la decisión de la mayoría de los campesinos que han sido integrantes de marchas y han sufrido penurias de todo tipo en defensa de sus derechos, es que dicha vía no se construya, que se respete la integridad del Parque, no sólo por ser reserva ecológica sino porque es el asiento, el sitio de vida de miles de campesinos que han adquirido derechos sobre esas tierras. La verdad es que siendo dispares las informaciones, se hace difícil entender verdades que, con seguridad, deberían ser las que definan una situación por demás tirante y conflictiva.
Como todo señala que “construir el camino debe ser prioridad del Gobierno”, ha surgido (¿como planteamiento serio o como broma?) la idea de que el camino “sea elevado” sobre el Parque. Esto querría decir que se construya centenares de kilómetros evitando talar árboles, destruir plantaciones, anular la fauna, etc. Sin embargo, así tuviésemos diez veces más de lo presupuestado para dicha vía, ¿valdría la pena semejante inversión? Por otro lado, el tener una vía caminera en un puente casi interminable ¿no implicaría que haya invasión de cocaleros a la región o de los que exploten ricas maderas, busquen gas y petróleo, aprovechen todo tipo de riquezas e igualmente destruyan el parque que es reserva ecológica mundial?
Hay, pues, planteamientos peregrinos que se hace difícil concebir como fórmulas de solución a un problema que se ha hecho candente. Y sólo se buscaría que, de todos modos, se construya la vía con un crédito brasileño que, por supuesto, más beneficiaría al Brasil que a nuestro país, ya que su realización y consecuencias serían perjudiciales para Bolivia. El caso es serio y el Gobierno tendrá que actuar con mucha serenidad y sentido de servicio al país y a campesinos que dice defender, pese a los maltratos que han recibido por parte de autoridades que no han sabido respetar los derechos humanos y menos han mostrado caminos de solución práctica y definitiva a un problema tan complejo.
El caso TIPNIS merece atención prioritaria frente a otros que pudiesen tener las autoridades; exigir que se construya como sea esa carretera, es irracional y atentatorio contra todo principio de equidad, ecuanimidad y justicia.
El campesinado boliviano merece consideración y respeto a sus derechos y todos los integrantes de poblados del Isiboro Sécure han ganado mucho con sus sacrificios para ser oídos, atendidos y ver solucionado un problema que se ha hecho candente y que, al menos de momento, parece obedecer a caprichos dictados por la soberbia política.
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