• El mandatario estadounidense pidió a demócratas y republicanos del Senado que presenten un plan común para su votación antes que acabe el año.
Después de que concluyera sin acuerdos concretos la reunión que Barack Obama sostuvo ayer en la Casa Blanca con los cuatro líderes del Congreso, el Presidente se manifestó “moderadamente optimista” de que aún pueda encontrarse una solución que evite el abismo fiscal, y pidió que, de lo contrario, sea sometida a votación en ambas cámaras su propuesta para evitar los efectos más perjudiciales de la crisis económica que se avecina.
A falta de 3 días (ayer) para que el 1 de enero entre en vigor una masiva subida de impuestos y recortes de gastos que llevaría al país a la recesión, la incertidumbre continúa. Nadie se atreve a romper todavía públicamente la baraja. Todos insisten en seguir negociando. Pero nada preciso salió de la esperada cumbre de ayer, y el espectro de un monumental fracaso político de graves consecuencias económicas para Estados Unidos, publicó EL PAÍS.
Obama dijo que los líderes demócrata y republicano en el Senado, Harry Reid y Mitch McConnell, respectivamente, se han comprometido a tratar de encontrar en las horas que faltan un arreglo bipartidista que pueda después ser aprobado también en la Cámara de Representantes. Ambos confirmaron que lo intentarán. Reid afirmó que “las próximas 24 horas serán decisivas” y McConnell añadió que se mostraba “esperanzado y optimista” sobre la posibilidad de una solución pactada.
Los dos se dedicarán hoy a buscar esa fórmula mágica, con el propósito de someterlo a votación entre mañana y el último día del año en ambas cámaras del Congreso. La Cámara, impotente por la división entre los republicanos, se va a mantener inactiva, a la espera de una propuesta del Senado.
Si ésta no llega, si Reid y McConnell vuelven a fracasar, Obama les ha pedido que, al menos, permitan que sea votada una iniciativa de la Casa Blanca para mantener las deducciones fiscales a todos los ciudadanos con ingresos inferiores a los 250.000 dólares anuales y continuar las ayudas al desempleo a dos millones de personas que las perderían a partir del 1 de enero. Esas serían algunas de las consecuencias del abismo fiscal, dentro de un conjunto de recortes y elevación de tasas por un valor cercano a los 600.000 millones de dólares que entrarán en vigor casi de inmediato.
Este drama, que ha provocado ya la caída de la Bolsa de Nueva York un 2% en esta semana, que ha puesto en cuestión la gobernabilidad de la primera potencia mundial y que ha situado bajo mínimos el prestigio de la clase política estadounidense, se prolongará, por tanto, hasta el último segundo. Aún cabe un final feliz, pero éste está sometido a una serie de condiciones que lo hacen muy difícil.
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