El equipo de la Universidad en la que estudié, en un momento de mi formación en Argentina, tenía la fama de ser imbatible en fútbol y como tal fue derrotando uno a uno a sus rivales, hasta llegar a la fase semifinal.
“Miren muchachos, no se preocupen, nuestro próximo rival es un equipo de quinta; eso sí, hay que estar bien preparados para la final”, nos dijo nuestro entrenador, tal vez para mejorar nuestra autoestima. Tras aquella recomendación nos entregamos a nuestros deberes universitarios y algunos excesos en los alimentos. El día del partido llegamos apenas minutos antes del encuentro, lanzamos una mirada despectiva a nuestros rivales y luego llegó ‘el baile’.
En la primera media hora, el equipo de quinta nos había hecho tres goles y a partir de ahí todo fue cuesta arriba. No menciono el resultado final, porque algunos temas hay que guardarlos en el cajón del olvido. La expresión “equipo de quinta” me la tengo guardada hasta hoy.
El otro día volví a escuchar esa expresión, pero referida a algunos abogados. Un ministro decía que “eran funcionarios de quinta”, aunque otra autoridad más benevolente dijo que “eran de cuarta”. Sea cual fuere su categoría, los aludidos tenían poderes de primera, de manera que ponían de hinojos a jueces y fiscales que se atravesaban en su camino y si había algún contestatario o libre pensador, éste quedaba desairado al primer grito, de manera que debía hacer una genuflexión para ser perdonado.
Los funcionarios ‘de quinta’ recibían atención de primera cuando iban a Santa Cruz y dominaban el abc de los estrados judiciales, de manera que sus propios mandantes quedaron impresionados con ellos y hasta llegaron a calificarlos como abogados competentes, de buena formación y otras lindezas.
Si sólo se sigue el rigor lógico del caso, se deduce una subordinación total del poder Judicial al Ejecutivo, porque ante la mínima presión de funcionarios ‘de quinta’, los jueces y fiscales de primera quedan temblando y sólo les resta decir “así sea”.
Para las víctimas de este grupo de extorsión, como los calificó el propio Gobierno, queda el consuelo de haber sido vapuleados por ‘sujetos de quinta’, porque si habrían caído en manos de funcionarios de ‘tercera o segunda’ estarían en este momento en las mazmorras, de donde ningún actor de Hollywood los salvaría.
El autor es editor general
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