El personaje político de 2012

A los enconos y beligerancias, que son las constantes de la política del gobierno de Evo Morales, se suman dos ingredientes que dañan y escandalizan a cualquier país: el narcotráfico y la existencia de redes oficiales de corrupción.

Con estos antecedentes, a los que se agrega una mala gestión, no es posible dirigir la mirada a alguno de los integrantes del régimen para elegirlo como Personaje Político de 2012.

La oposición, como conjunto, tampoco merece reconocimiento. En sus filas, para colmo, se registraron casos abominables de transfugio, vendimias, irresponsabilidad y falta de valor civil.

Empero, tampoco es posible desconocer que hubo individualidades que dignificaron su rol. Entre ellas sobresalió la diputada Norma Piérola, representante por Cochabamba de Convergencia Nacional (CN), que es una alianza de agrupaciones políticas.

La abogada Piérola, poseedora de cuatro post grados y cuatro maestrías académicas, se distinguió este año por la capacidad profesional y decisión con que hizo frente a los errores y desenfrenos del gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). De ahí que, esta columna periodística independiente, la elige como el Personaje Político de 2012.

Ideológicamente, guarda equidistancia con los extremos del espectro político, al abrazar la causa de la Social Democracia. En estos tiempos confusos, que desorientan a mentes lúcidas incluso, esta doctrina defiende y protege los intereses de las clases sociales desfavorecidas, pero, al mismo tiempo, rodea de las garantías necesarias al capital privado, para que cumpla su capacidad de crear riqueza, que es el medio más idóneo de hacer progresar a los pueblos en paz y libertad, valores centrales de la democracia real.

Norma Piérola, de 54 años de edad, casada y con tres hijos ya profesionales, confiesa que siempre se consideró política. Pese a que desde joven fue su ideal, por eso estudió Derecho, los inicios de su incursión en ella los tuvo en la Asamblea Constituyente (2006). Su primera batalla, como integrante de un movimiento de abogados, ha sido plantear la inclusión, en el reglamento interno de la Asamblea, de la aplicación de los dos tercios en la toma de decisiones. Por esta causa democrática, participó en una huelga de hambre de 18 días. A la postre, el grupo logró su objetivo.

Como parlamentaria sostiene -a veces solitariamente- una lucha desigual con la mayoría masista. De ahí que considera que tiene que ejercer el rol de “gallo de pelea”. Una de sus últimas acciones sobresalientes fue la interpelación a tres ministros de Estado, sobre la administración de los presupuestos en los sectores de Economía, Gobierno y Defensa.

El pliego petitorio lo presentó en abril. Empero, por el manejo discrecional que hizo del mismo el presidente de la Asamblea Legislativa, Álvaro García, su tratamiento demoró ocho meses. Fijó la fecha de presentación de los ministros para el sábado 8 de diciembre. De inició, convocó a sesión a las seis de la mañana. Luego, cambió para que se realice el mismo día, a las 14 horas. Y, por último, la suspendió aduciendo “motivos de fuerza mayor”.

En reacción, Piérola envió a García una “nota de advertencia”, en sentido de que si no concretaba la sesión, su conducta la catalogaría como “incumplimiento de deberes”, casos en los que el Código Penal y la Ley Marcelo Quiroga pueden sancionar con la pérdida del mandato que se ejerce.

La sesión se realizó finalmente el sábado 15 de diciembre. A la interpelante se le otorgaron 30 minutos para exponer las razones de su petitorio, en tanto que los ministros hablaron sin límite de tiempo, “tergiversando” su contenido, según la legisladora. La mayoría masista aprobó los informes de los ministros. Así, la Asamblea simplemente no fiscaliza.

En una cena a la que asistí, se refirió una actitud ética de la diputada, cuando era universitaria. Había que dar examen y un compañero, que después fue personaje político, apareció calzando sandalias. En el momento de la prueba, recurrió a los apuntes que tenía en ellas. Luego les facilitó a los compañeros de su entorno, entre los que estaba Piérola, pero ésta no aceptó incurrir en el “chanchullo”.