María Condori, vecina de la zona Río Seco, instaló un puesto de venta en el barrio 12 de Octubre hace 15 años luego de que su esposo fuera retirado de una empresa textil, sin embargo, su actividad sedentaria y el alto consumo de alimentos con contenido graso y carbohidratos derivó en su lamentable fallecimiento por obesidad tipo III, enfermedad que suspendió los latidos de su corazón.
En el puesto de venta de Condori aún se mantienen los abarrotes que fueron adquiridos con seis meses de anticipación y que ahora están a cargo de Juan y José, dos de los hijos mayores de la comerciante, quienes tienen que suspender sus actividades universitarias por continuar con el oficio y mantener a su familia.
“Mi mamá ha tenido problemas con su salud, de acuerdo con lo que nos han explicado es porque presentaba hipertensión, problemas del corazón, el médico que la atendió nos dijo que fue la causa que llegó a tapar la circulación de la sangre causando un paro cardiorrespiratorio”, afirmó José Condori.
Actualmente, los seis hijos de la comerciante temen que su padre, quien es taxista, pueda tener la misma suerte, ante la imposibilidad de poder alimentarse de forma sana porque su alimentación depende de cocineras que se instalan en la parada del minibús 222 en Ciudad Satélite, ofreciendo en el almuerzo sólo arroz y fideo como complemento principal y en el té una tasa de agua teñida (café, té) con pan y mantequilla.
“Él está con sobrepeso, pero como mis otros hermanos están en edad de estudiar no puede dejar de manejar el minibús, además debemos pagar dos letras al banco porque el vehículo fue adquirido con apoyo de mi mamá que vendía en el puesto de venta y parte de la ganancia era para pagar al banco”, recuerda Juan.
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