Ciudad del Vaticano.- El obispo de Roma, papa Francisco, advirtió ayer que la mayor responsabilidad del contraste entre la riqueza y la miseria que existen en las grandes ciudades es de las autoridades públicas, “pero también cada uno de nosotros es corresponsable, en el bien y en el mal”.
El papa, de 77 años, ataviado con capa pluvial, mitra color crema y sujetando el báculo llegó a pie hasta el sillón pontificio, donde, por primera vez en su pontificado presidió las Vísperas y la solemne ceremonia del Te Deum en la imponente Basílica de San Pedro, como es habitual cada 31 de diciembre, una tradición que inició el papa Pablo VI en su “Marialis Cultus”.
En la primera parte de su alocución, el Obispo de Roma hizo un repaso del 2013 y aconsejó que los católicos recojan, “como en un cesto”, los días, las semanas, los meses que han vivido, para ofrecer todo al Señor.
Y que se pregunten -dijo- cómo han vivido el tiempo que el Señor les ha donado. Si lo han usado para ellos mismos, para sus intereses, o han sabido usarlo para el bien de los otros.
En la segunda parte de la homilía y como Obispo de Roma, hizo varias reflexiones sobre las diferencias sociales en la capital italiana extensibles a todas las grandes ciudades del mundo.
“El rostro de una ciudad es como un mosaico cuyas piezas son todos los que viven allí”, refirió el Papa.
Recordó a los presentes “que el que está investido de autoridad tiene mayor responsabilidad, pero también cada uno de nosotros es corresponsable, en el bien y en el mal”.
Reconoció que Roma es una ciudad de “belleza única”, pero “incluso en ella hay tantas personas marcadas por la miseria material y moral, personas pobres, miserables, sufridoras, que apelan a la conciencia no sólo de los responsables públicos, sino de cada ciudadano”.
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