Todo partido político, sin excepción, tiene como fin la toma del poder, participando en las elecciones, aliándose al más fuerte o como sucede a lo largo y ancho de nuestro mundo, por medios que no descartan el golpe de Estado.
En la democracia boliviana y sus expresiones locales: “democracia pactada”, “democracia representativa”, “democracia plurinacional”, etc., las alianzas han jugado su papel, en ocasiones de manera positiva y en la mayoría, negativamente. No garantizaron la gobernabilidad y tampoco solucionaron la problemática que nos castiga: inestabilidad social, agudo desempleo, inseguridad jurídica contra las inversiones y dependencia política de los tres poderes del Estado.
La oposición, que aún no ha sepultado la herencia caduca del viejo sistema de partidos, retorna al juego de las alianzas, confundiendo a veces “alianza” con el objetivo supremo que es la toma del poder. Camina por un incierto “foquismo electoral”. Es decir, visión política basada en personalidades y no en mayorías.
Existen políticos que se jactan de tener bajo su batuta, más de veinte alianzas con grupos sociales sean o no numerosos; otros ponen toda su fe en los frentes amplios, integrados por “personalidades”, sin reparar en que una elección de carácter nacional va más allá; que para ganar o por lo menos no perder totalmente, la correlación de fuerzas es vital. Los votos cuentan cuando ha fracasado el carisma. En otros términos, la militancia por su voto cautivo, es superior a las personalidades.
El oficialismo, apoyado en las bondades del Estado, participa en procura de un tercer mandato. Busca alianzas con disidentes del Movimiento Al Socialismo, opositores frustrados, grupos sociales, obreros, campesinos y lleva el proceso electoral allende nuestras fronteras: tiene un candidato único y trabaja su proyecto en el ámbito rural, descuidando las ciudades y en particular, aislando cada vez más a la clase media y sectores sociales adversos a la hegemonía del MAS.
Las alianzas internas (entre grupos, personas y partidos de oposición), expresan mayor debilidad que las levantadas por el oficialismo. Para colmo, como reiteramos en otros artículos, la unidad es un mito y se manifiesta cruelmente cuando los actores políticos no ceden posiciones individuales para dar espacio a un nuevo liderazgo.
Y lo que es definitivo: el Programa de Gobierno. ¿De qué sirven las alianzas sin candidato fuerte; sin oferta política? Sería un salvoconducto para que el oficialismo gane sin vuelta de hoja y para que las “alianzas” de la oposición participen del poder mínimo, en desmedro de la propia sociedad boliviana.
Por lo tanto, el electorado boliviano aguarda que la oposición oferte un Programa de Gobierno superior al del oficialismo y, a la vez, espera que el oficialismo cumpla la Constitución, posibilite comicios si no justos, al menos equilibrados.
(clovisdiazf@gmailcom)
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |