Hemos entrado de pleno en un año electoral y salta a la vista que la batalla que se viene será durísima para la oposición por razones de sobra conocidas. El oficialismo, sin embargo, parece muy confiado y motivos le sobran: tiene a sus dos candidatos en campaña desde hace mucho, maneja el dinero que quiere (dicen que de aportes voluntarios de militantes y empleados públicos), controla los medios informativos del Estado y la mayoría de los privados, puede, mediante decretos, favorecer la acción de sus candidatos, y como si lo anterior fuera poco, influye sobre quienes conforman el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Además, S.E. ha cumplido con su deseo y el de su partido, de lanzar, por tercera vez, su candidatura en busca de mantenerse en el poder.
Mientras en la oposición existen tres o cuatro candidatos más o menos visibles, algunos reacios a buscar un frente común, S.E. aparece en Xichang, emocionado hasta las lágrimas, observando el lanzamiento del satélite Túpac Katari que compró a China por más de U$ 300 millones, afirmando que Bolivia ha entrado en la era espacial y que habrá otro satélite chino, más barato, que podría llamarse como la mujer de Katari: Bartolina Sisa. Anuncia, como Irán, Irak o Corea del Norte, que nuestro país tendrá una planta nuclear, sin necesidad de pedir permiso a nadie, porque, además, cuenta con la materia prima para formar parte del club atómico mundial. Claro que S.E. dice, moderadamente, que todo se hará con fines pacíficos porque en Bolivia se practica la cultura de la paz. ¡Menos mal!
Un pueblo como el nuestro, donde la mayoría lee sin entender y escribe jeroglíficos pese a los alfabetizadores cubanos, que abrió la boca con la adquisición del carísimo avión presidencial como si fuera una nave extraterrestre, naturalmente que alucinó con lo del cohete chino que llevó la wipala al espacio, y ni qué decir de su pasmo con el plan atómico, el pago del doble aguinaldo, la exhibición de un buen manejo económico, y por supuesto con el Dakar. Como se ve la propaganda oficial viene de hace años sin cesar ni un solo minuto, gastando millones.
No obstante, el TSE nos sale con la gracia de un reglamento draconiano estableciendo sanciones que golpearán donde más les duele a los opositores: los recursos. Establece penas de hasta 60 salarios mínimos al partido o agrupación que haga propaganda electoral antes de la convocatoria a elecciones, que será noventa días antes de la votación. Sanciona con 50 salarios mínimos al partido que incumpla las resoluciones del TSE o con 100 si reincide. Y mientras los opositores están rumiando, indispuestos, el contenido del reglamento burlesco, una broma mayor sale a luz: el MAS, a través de una senadora, afirma que la norma será enviada a todas sus direcciones departamentales para su estricto cumplimiento. No alcanzarían los sueldos de todos los empleados públicos para pagar lo que hasta la fecha ya está debiendo el MAS por concepto de multas.
Que se preparen los opositores para la batalla que se viene porque S.E. no va a querer perder ni un ápice de su poder. Sabe que si no obtiene los dos tercios en la Asamblea muchas cosas se le derrumbarán, salvo, claro, que en lo que queda de su gestión haga algunos retoques a la Constitución, lo que sería el final de una larga y cara orgía. No es ningún chiste lo que está sucediendo con el TSE si tomamos en cuenta que S.E. hace mucho que ya anunció que tanto él, como el Vice, sus ministros y demás jerarquía burocrática, debían dedicar la mitad de su tiempo a la campaña electoral. ¿Cómo va a sancionar el TSE al MAS? ¿Con que físico? ¿Va a quitarle 60 salarios mínimos a S.E.?
Que se preparen los gobernadores y alcaldes que no son afines al MAS y peor un escollo para el logro de las metas de S.E., porque a punta de decretazos los van a hacer gemir. El gobernador cruceño Rubén Costas ya ha sabido de varias embestidas del Gobierno y las ha aguantado a pie firme, pero lo que viene va a subir en intensidad. Que abra bien los ojos el alcalde Revilla en La Paz y el gobernador del Beni Carmelo Lens. Parece poco importante, pero, como ejemplo, el decreto 1.854, que obliga a las gobernaciones al pago de los “prediarios” (léase alimentación) de todas las cárceles de Bolivia, además de los servicios básicos (léase luz, agua, gas), va a recortar de manera sensible las obras que pueda hacer la gobernación cruceña con sólo soportar Palmasola con más de 5.000 presos. Dirán que la ley es pareja para todas las gobernaciones, pero sabemos que no, que en este caso se ha apuntado a la cabeza de Costas. Y vendrán sin duda nuevos recortes a los gobernadores o alcaldes opositores que lo único que tienen, a falta de recursos del Tesoro y de “aportes voluntarios” es realizar obras y mostrarlas a su pueblo.
Mientras tanto, como ha sucedido en Pando, donde su capital tiene a la mitad de sus habitantes nacidos fuera del departamento, en Santa Cruz y Beni continuará el trasplante de “colonos” con el único objetivo de votar para que S.E. pueda vencer por primera vez en esas regiones. Al parecer el TSE no tiene ningún comentario al respecto.
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