Pobreza, primer factor para labor de menores



En el país más del 87 por ciento de niños y adolescentes trabajadores están inmersos en labores donde corren todo tipo de peligros.

En Bolivia existen alrededor de 850 mil niños, niñas y adolescentes trabajadores comprendidos entre 5 a 17 años de edad; según el sociólogo René Pereira la pobreza, la crisis familiar y el abandono obligan a muchos menores a ingresar tempranamente en el mercado laboral.

Según un informe del Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsión Social de Bolivia, en el país más del 87 por ciento de niños y adolescentes trabajadores están inmersos en trabajos peligrosos, víctimas de una realidad en la que a pesar de normas que prohíben el trabajo de este sector, es inevitable debido a las altas tasas de desempleo y pobreza en las que viven las familias bolivianas.

Al respecto, René Pereira, director del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UMSA, indicó que es muy difícil dar un criterio sobre los niños trabajadores sin estudiar el contexto que obliga a este sector mayoritario de la sociedad a buscar ingresos para la subsistencia propia y la de su familia.

“No se puede vivir de clichés, la sociedad nos dice que la niñez debe dedicarse a estudiar, a divertirse, pero la realidad de nuestro país y nuestros contextos complejos obligan a nuestros niños a trabajar, las políticas más allá de tratar de atacar los efectos de esta temática deberían tratar de incidir en el estudio y trabajar para mejorar los contextos de este sector”, dijo.

A su vez señaló que la pobreza, el número de hijos o la insuficiencia de los ingresos de los padres para mantenerlos, sumados al desempleo de los padres, las crisis familiares, la disolución de las familias y el abandono de uno o de ambos progenitores son factores que hacen que los niños deban entrar en el mercado laboral a muy temprana edad.

Si bien no se puede dar respuesta a si los niños y niñas deben o no trabajar, la labor infantil y adolescente es una realidad que no se puede negar y que en opinión del profesional merece políticas de protección para los que ya se encuentran insertos en trabajos en condiciones de informalidad total.

Sin embargo, es cierto que si estos niños, niñas y adolescentes dejan de trabajar, tanto ellos como sus familias entrarían en una debacle, ya que no podrían subsistir ni seguir adelante, pues sus ingresos son realmente bajos.

Una sociedad sin trabajo infantil es una utopía, es difícil pensar en un mundo sin niñez y adolescencia trabajadora y más en una cultura como la nuestra tan plural y diversa.

Se debe pensar en una normativa laboral de atención a la niñez y adolescencia trabajadora que los proteja de las labores peligrosas a los que ya se dedican.

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