Los niños (de ambos sexos, como corresponde señalar siempre) y los adolescentes son seres considerados sagrados por toda la humanidad; su seguridad, salud, educación y su formación en valores tienen importancia superlativa y no se los puede descuidar. En todos los países, incluido el nuestro, hay leyes y disposiciones sustantivas que establecen clara y terminantemente los derechos de los menores y, cuando se requiere modificaciones, el estudio y aprobación de ello no implica mucho tiempo sino el preciso para ponerlas en práctica y conforme a las circunstancias que se presenten para su cambio, modificación o ampliación.
La Asamblea Legislativa tarda mucho en cumplir con el estudio de anteriores disposiciones que, se dice, requieren ser actualizadas; sin embargo el tiempo que llevan esos “estudios” es demasiado prolongado. Lo grave es que mientras no sea aprobada la nueva ley, corren rumores de toda clase y hasta el criterio de que “no hay ley en el momento”, cuando la verdad es que toda modificación dictada en el pasado y que no haya sido derogada sigue en vigencia.
A nivel del Legislativo se ha llegado a sugerir la posibilidad de que el aborto sea aprobado, al sostener que el embarazo “tiene vida sólo con el desarrollo del mismo”. Al respecto, la Iglesia y la colectividad nacional a través de muchas instituciones han sostenido que hay vida desde el mismo momento de la concepción y que aprobar una idea contraria sería lo mismo que aprobar el aborto que es un crimen.
Pero la preocupación por los niños y adolescentes no tiene que ser preocupación sólo por su derecho a la vida sino por una vida digna, evitando abusos que se cometen contra los niños, como el hecho de que trabajen desde muy temprana edad, que sean violados, maltratados y hasta privados de la vida. Son numerosos los derechos que tienen el niño y el adolescente de ambos sexos, no sólo por ser el futuro de la vida, sino que es el presente más rico y sagrado que posee el ser humano y es, potencialmente, la mayor riqueza que posee el país en el presente y para el futuro.
Los derechos de los niños deben ser preservados ante todo peligro y cualquier atentado contra ellos tiene que ser sancionado drásticamente.
Hasta ahora, hay que reconocer que hubo lenidad y descuido en las autoridades de todo tiempo para preservar a los niños de peligros que atentan permanentemente contra su vida, formación y futuro y el caso más patético es que no hay autoridad que evite la presencia de niños en las cárceles “acompañando a reos que cumplen sentencias o, simplemente, caprichos sin sentencia por tiempo indefinido”. La niñez es un legado permanente de Dios que otorga a la humanidad y debe ser cuidado, respetado y preservado ante todo peligro.
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