La última actuación de presión callejera de los transportistas por su objetivo de imponer tarifas de acuerdo con sus intereses, ha confirmado que ese sector social se ha definido como una clase social con objetivos y procedimientos propios, aunque encuentra limitaciones con el sistema de los buses chinos de la Alcaldía.
Se trata de un fenómeno social que empezó a germinar en 1952, cuando el entonces partido gobernante planteó la idea de crear una “burguesía nacional”, clase social que prosperó desde entonces y ahora se encuentra en etapa de floración y obtención de la cosecha (recurriendo a un ejemplo gráfico).
En últimos años, Bolivia se encuentra en un intenso proceso de desarrollo capitalista, protagonizado por pequeños empresarios en todo nivel, como los transportistas, campesinos, cocaleros, gremios, clase media, etc., que sin la revolución del 52 hubiese sido imposible que exista. Se trata de una pequeña burguesía con gran vitalidad, pese a que se mueve en forma espontánea y no tiene mayor conciencia de los objetivos que persigue, por lo que con frecuencia vacila entre el pasado y el futuro.
Por su importancia cuantitativa, los campesinos y cocaleros se han impuesto en el sistema, aunque por un lado caen en la ideología populista y, por otro, defienden formas feudales y no saben cómo superarlas.
Este pequeño empresariado que ocupa todo el país (también se llama pequeña burguesía) no sólo es una fuerza económica. Es más, tiene poder político y lo ejerce, como el caso de algún alto funcionario del Estado que es pequeño empresario, dueño de tierras en el Chapare (40 hectáreas), que se las trabaja por salario o aparcería o medianería.
Ese pequeño empresariado revela gran iniciativa y creciente poderío. La vanguardia de esta extendida clase, en este momento, está formada por los transportistas en general, que controlan la economía del país, que alcanzan sus objetivos sin oposición y fijan sus tarifas sin intervención oficial. En realidad, esta nueva clase ha doblado el brazo al poder estatal.
En esa forma, esta pequeña burguesía va haciéndose en una gran burguesía que marcha por la vía capitalista y ejerce prácticamente su propio poder político, por lo que el Estado plurinacional ya no cuenta, excepto para hacer acto de presencia en entrega de obras y viajes internacionales.
Finalmente, los empresarios transportistas son ahora la vanguardia de la extendida clase de los pequeños empresarios que llenan el país y que, en conjunto, están construyendo un capitalismo nacional que, sin embargo, se encuentra “empantanado” por un camino lleno de escollos por varios factores, entre ellos que, por una parte, el Gobierno va en sentido contrario, es decir que tiene orientación anticapitalista y, por otro, la vigencia de disposiciones legales de derecha, en particular la Constitución vigente de esencia neofeudal y populista, que nada tiene de socialista, excepto el engañoso maquillaje de “izquierda” con el que ha sido recubierta.
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