Retomando el tema de contaminación en las ciudades, trataré en esta oportunidad el caso de Oruro, un problema serio como lo revelan recientes informes y publicaciones.
Desde hace mucho tiempo, la contaminación no tiene control en Oruro, se ha hecho poco para evitar la contaminación de las aguas de los lagos Poopó y Uru Uru, a donde se sigue enviando aguas contaminadas provenientes de la minería de Huanuni, provocando daños en los consumidores de la ciudad de Oruro y la mortandad de peces.
La conclusión fue emitida por la Coordinadora de Defensa del río Desaguadero, lagos Uru Uru y Poopó, luego de escuchar las explicaciones de los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, sobre las tareas que se han realizado hasta el presente para evitar la contaminación del medio ambiente en el departamento de Oruro.
El presidente de la coordinadora, Felix Layme, dijo que la población se encuentra cansada de esperar, mientras los animales se mueren y las tierras están cada vez más contaminadas y las autoridades no muestran resultados ante las demandas.
Frente a incumplimientos permanentes, el dirigente señaló que se demandaría al Gobierno por incumplimiento del Decreto Supremo 0335, no ante los organismos judiciales de Bolivia, sino a nivel internacional.
En el caso del proyecto de explotación minera de Huanuni, se ha efectuado la construcción de un dique de colas, pero hasta el momento, las aguas contaminadas se las sigue vertiendo hacia el río y esas aguas llegan hasta el lago Poopó, provocando la contaminación y la muerte de los peces, expresó.
De otra parte, en la propia ciudad capital se vive con la contaminación de la minería hace 406 años, con la producción de plata y estaño en las minas de San Miguel, San José e Itos, y el envío de aguas ácidas por los canales naturales que servían de protección a la ciudad.
“Los desmontes ubicados en los cerros San Miguel, Ingenio de Itos y San José, contribuyen a la contaminación del aire al provocar tormentas de polvo que se densifican con el movimiento vehicular; las finas partículas adheridas a las rocas son transportadas por el viento y distribuidas por la ciudad”, según el documento especializado escrito por Marthadina Mendizábal de Finot, “Oruro: del desastre a la esperanza ambiental”.
De otra parte, según análisis complementarios efectuados en Copromin, “se ha detectado concentraciones de azufre en los depósitos de piritas, que contribuyen a la concentración de anhídrido sulfúrico en el aire”, en diferentes zonas de la ciudad, donde funcionan las empresas de comercialización de minerales.
Como remate hay que añadir “otro elemento que contribuye a la mala calidad del aire en la ciudad de Oruro, es la “contaminación producida por los olores”, porque gran parte de la población “está afectada por las emanaciones gaseosas de hidrógeno sulfurado y amoníaco que escapan de las bocas de tormenta y que producen olores nauseabundos, como consecuencia del funcionamiento del alcantarillado sanitario y pluvial al mismo tiempo y por su mala instalación”.
El ambiente desagradable se agudiza en la época de estiaje, por la escasa disponibilidad de agua, que hace que aumente la circulación de aguas servidas. Los olores salen de los mismos servicios higiénicos en las casas.
Esta última situación fue denunciada por una periodista cruceña a la cual se le inició un juicio por “discriminación”, olvidándose de una realidad que penetra por las narices. Son problemas serios que merecen una adecuada atención de los mecanismos oficiales creados para el efecto.
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