Flavio Iturri Arias
Como educador rural de jóvenes mentes para beneficio de nuestra amada Bolivia, con mucha pena pongo a conocimiento de la opinión pública los devenires que sufre mi amado terruño, Ayata, Capital de la Segunda Sección Municipal de la Provincia Muñecas, de nuestro Departamento, que en tiempos pasados fue el granero que alimentó a nuestras provincias, en especial a la ciudad de La Paz.
Hace 8 meses que los funcionarios municipales no perciben sueldos, tampoco gozaron de los aguinaldos, ni qué se diga para las obras y gastos por el aniversario para la llegada del Primer Mandatario (18/10/2013), pues la congelación de recursos económicos impidió que se efectúen los pagos a tiempo, por concepto de alimentación a las diferentes delegaciones que llegaron de la provincia.
Quedaron paralizados importantes proyectos del Municipio, así como también los de menor importancia, siendo el único proyecto que marcha ahora el del Hospital de tercer nivel, pero el mismo es llevado a cabo con recursos de la Gobernación de nuestro Departamento.
El motivo para el perjudicial congelamiento de cuentas es que existen 2 presidentes del Concejo Municipal, Sres. Tomás Otoya Parra y Pedro Oyola Chura, uno nombrado por los movimientos sociales y el otro por el Concejo mediante reglamento, situación que perjudica tanto a moros como a cristianos, en especial frena el desarrollo de los valles, que viven en el olvido desde la creación de la Republica y provincias del Departamento.
La única mejora de la población fue el cambio de los techos de las casas, de paja por calamina, por lo que creo que desde la creación del Batallón Sagrado, de 1814 a 1816, a la cabeza de un héroe epónimo, hasta la fecha se apoderaron del lugar los politiqueros y caciques mediocres, que prefirieron vender hasta las siglas políticas de los partidos a los que representaban, olvidando que gozaron como concejales, por miserias para favorecer a los partidos en función de gobierno. Es una verdadera mediocridad que se refleja en la actual crisis en la que se debate la histórica población y sus comunidades que sufren los efectos de la corrupción sin límites.
Para conocimiento del lector, no desempeño función alguna en la Administración Publica, mucho menos dependo del dinero de las arcas municipales, pero como Fiscal de la Junta de Vecinos de Ayata, recibo quejas permanentes de autoridades originarias y funcionarios municipales que, por temor a las represalias, no pueden expresar su sentir de forma pública, por lo que es necesario que las autoridades llamadas por ley solucionen esta crisis que afecta a los intereses de esta población.
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