Iván R. Rada
Cuando Evo Morales fue designado por los cónclaves de la izquierda como su candidato aprovechando la proyección que mostró como el diputado más votado del país por Izquierda Unida, comenzó a develarse el poder económico que encierra el trópico de Cochabamba.
El dirigente cocalero fue proclamado y llevado a la silla presidencial por la alianza de sectores campesinos e indígenas, asesorados hábilmente por los ideólogos de una utópica izquierda comunista que se camufló de indigenista para asentarse al final en una cómoda burguesía.
Morales tiene, como todo ser humano, sus propios traumas personales y uno de ellos es haber visto los vejámenes que la erradicación foránea hizo contra sus compañeros cocaleros, muchos de ellos relocalizados del DS 21.060. Esto le afirmó una animadversión hacia lo que tanto él como los seguidores del marxismo llaman “el Imperio”. Luego, llegando a Palacio de Gobierno con todo el apoyo de sus bases cocaleras, prometió defender la “sagrada” hoja de coca, más allá incluso de las gestiones de Jaime Paz Zamora, quien inventó la célebre frase “la coca no es cocaína”.
Y así fue. La coca hoy goza de estatus constitucional con el artículo 384 y la lucha del mandatario cocalero llegó al exterior con la despenalización del acullicu, si es que alguna vez estuvo penalizado. Su proyección ahora apunta a la exportación del producto, pese a las restricciones que implica llevar siquiera una bolsita en cualquier vuelo internacional. La coca es una sustancia restringida, pero como él mismo confesó, la sacan en valijas diplomáticas para mostrar al mundo las propiedades curativas, medicinales y nutritivas de la “hoja milenaria”.
Los dos sectores de productores de coca en el país, reconocidos por la Ley 1.008, son el trópico de Cochabamba, Chapare, y el norte de La Paz, Yungas.
A ambos sectores, el mandatario cocalero decidió brindarles regalos de fin de año, pues tuvo una epifanía cuando vio partir el cohete que transportó al satélite Túpac Katari. Entre lágrimas dijo: “yo no estaría aquí si no era la lucha del pueblo boliviano”. Luego, en un discurso público acotó que si no era esa lucha, “quién sabe, tal vez en 2007, 2008 ya me hubieran sacado”.
La izquierda derrotada durante décadas apostó por él en las elecciones de 2005, y si no hubiera logrado la mayoría tal vez se pensaba en otro candidato para la siguiente elección. Las suposiciones no son al azar, el mismo Álvaro García fue planteado como candidato en reemplazo y/o para afrontar a Morales, como reveló Raúl Prada, miembro de Comuna, el reducto de intelectuales de clase media que engendró a muchos de los que hoy gozan y controlan el poder.
Por ello, y en agradecimiento a sus bases cocaleras que le permitieron llegar a Palacio, el mandatario otorgó vehículos incautados al narcotráfico a las federaciones del Chapare e instaló una radioemisora para los Yungas, con el añadido de mandar a la Ministra de Comunicación que dé publicidad para el sostenimiento de ese nuevo “instrumento para la descolonización”.
No está de más recordar que el manejo de la propaganda gubernamental es totalmente discrecional, con amplias tandas para programas y medios de comunicación oficialistas y cero anuncios en medios privados que interpelan al poder. Acá se nota el sometimiento de empresarios y comunicadores a los petrodólares.
Tampoco se debe dejar pasar que tanto los bienes incautados como la publicidad estatal para cualquier medio son tuición y propiedad de la población que paga sus impuestos, que tributa y cumple con las normas sociales, hecho que paradójicamente no se aplica a los productores de coca, libres de obligaciones tributarias y autónomos en el manejo de su producción, es decir, los mayores exponentes de la teoría capitalista del país.
Morales, en su condición dual de titular del Estado plurinacional y presidente de las seis federaciones del Trópico de Cochabamba, decidió evaluar a su gabinete con sus bases, en un encuentro donde el poder del trópico volvió a sentar presencia, para no olvidar que el país vive hoy bajo el régimen de la coca.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |