De Dakar al Tunupa

Los motociclistas que pasen por el territorio boliviano en la zona del salar quizá no sepan que atraviesan la ruta del pecado, donde se cruzan caravanas de contrabandistas, ladrones de vehículos traídos de Argentina o Chile, narcotraficantes.

Para que tengan una idea, un territorio parecido a Dakar, la capital de Senegal, considerada el centro distribuidor de la cocaína sudamericana para todo el África y la capital del lavado de dinero. O sea que en actividades ilícitas, Bolivia y Senegal están tas con tas.

El Tunupa es el territorio del que salen a Argentina millones de toneladas de contrabando, en una actividad que ha inspirado a los gobernadores de las provincias norteñas de ese país a pedir al gobierno de la señora Kirchner una política clara para enfrentar el contrabando y el narcotráfico que han colmado de violencia toda esa región.

Entre las garzas y los flamencos verán vehículos que van raudamente por el más grande mar de sal del mundo, llevando o trayendo mercadería, sin cesar, sin descanso. No tendrán que asombrarse de que algunos de esos vehículos vayan más rápido que los corredores, pues sus conductores se conocen de memoria todos los secretos del desierto de sal.

Los vehículos ilegales que entran de Chile para comercializarse en todo el territorio de Bolivia van en fila india, porque deben seguir a los baquianos, los conocedores del salar. Un pequeño error, y un muy bien camuflado pantano hecho de sal pero muy húmeda, se traga el vehículo.

Estarán en lo que podría llamarse el “agujero negro” de Sudamérica, donde no hay leyes ni policías ni soberanía nacional, ni ejército.

Del lado chileno, los contrabandistas “import” vienen más rápido porque son perseguidos por los carabineros. En territorio boliviano, en pleno camino se convierten en “export”, van más tranquilos, y llevan algunas cosas hacia Argentina.

No es nueva esta fama de la región. Ya Butch Cassidy y Sundance Kid la recorrieron hace cien años en una carrera hacia la muerte.

Ah, y tienen que andar con cuidado cuando entren en territorio chileno, de salida de Bolivia, porque es la frontera con la mayor cantidad de minas antipersonales de América Latina.

Las autoridades bolivianas debían haberles advertido de ello, pero ellas siempre están en otra cosa.

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