Bolivia y Chile, países sudamericanos con una frontera común de 975 kilómetros, se distanciaron a raíz del encierro geográfico boliviano, provocado por la invasión anglo – chilena de 1879, hecho que ha impedido que aúnen esfuerzos tendentes a promover una verdadera integración económica, social y cultural, acorde con los tiempos actuales.
En consecuencia el problema marítimo se mantiene latente, pese a que transcurrió más de un siglo, debido a que la solución no fue encarada con espíritu de desprendimiento, por la patria de Diego Portales, que logró vencer la pobreza explotando el guano, el salitre, el cobre y la plata, de propiedad de Bolivia. Políticas evasivas, dilatorias, distraccionistas e intimidatorias, adoptadas de manera permanente y sistemática por la nación transandina, con el afán de consolidar sus intereses marcados por el expansionismo y el latrocinio, contribuyeron a profundizar la situación.
Los pueblos boliviano y chileno son capaces de construir un sólido proyecto de integración, con entendimiento, confianza y cooperación, pero surgieron escollos en el camino, como el centenario enclaustramiento para los bolivianos. Mientras haya un problema no resuelto entre Bolivia y Chile, será difícil llegar a un consenso en torno a la proyección integracionista.
En todo caso se espera un cambio de mentalidad y actitud política chilena, para la devolución a Bolivia de su salida libre y soberana al Pacífico, en aras de allanar la ruta expedita que permita hacer realidad la integración boliviano - chilena.
Nuestros pueblos requieren integración, acorde con los tiempos de cambio que predominan en el mundo actual, pero ello implica restañar, previamente, centenarias heridas que aún sangran. Pero algunos sectores de la clase política chilena no lo ven desde ese ángulo y en consecuencia se resisten a asumir modificaciones. Por lo tanto continúan aferrados a viejas prácticas emergentes del expansionismo territorial y económico.
Mientras Chile se distancie más de Bolivia, ahora con motivo del litigio marítimo en La Haya, mayores serán los escollos que se encargarán de alejar la integración. “El vecino país se distanció más de Bolivia tras la demanda marítima que se presentó ante la Corte Internacional de Justicia’’, afirmó, a propósito, Armando Loayza, ex canciller de Bolivia (EL DIARIO, 16/11/2013).
Sin una respuesta favorable que colme las expectativas de reivindicación marítima boliviana estará siempre lejos la proyección integracionista propugnada por la comunidad no sólo latinoamericana sino mundial.
Finalmente, mientras haya una frontera sembrada con peligrosas minas no será posible pensar ni remotamente en aquel histórico objetivo que posibilitaría, a la larga o a la corta, un futuro prometedor, refrendado por la convivencia civilizada.
En suma: los pueblos merecen un destino mejor, bajo el paraguas de la integración, que les permita remozarse con la esperanza de alcanzar un devenir llevadero. Y fortalecidos con la confraternidad podrían caminar hacia el supremo objetivo de la paz.
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