Una nueva muestra de discriminación hacia los medios de información independientes dio el Gobierno en sentido de excluirlos de la publicidad estatal, diferenciando entre medios “opositores” y “oficialistas”, tal como señaló la ministra del Información del Estado, Amanda Dávila. Dijo también que en su ministerio funciona un organismo que ella preside, el cual basa la distribución publicitaria en unos cuatro criterios a modo de cernidor, atribuyendo a toda la prensa independiente no identificarse con el servicio a “los intereses nacionales”, carecer de “veracidad” e incumplir los principios de “no racismo y discriminación”.
La Asociación Nacional de la Prensa rechazó de inmediato las imputaciones con énfasis en que los medios “defienden de manera militante” los intereses nacionales, así como “las normas contra el racismo y la discriminación”. Lamenta la política de castigo “a las voces independientes” y de premio a “la obsecuencia informativa total utilizando recursos estatales que pertenecen a toda la ciudadanía”, entre otras consideraciones.
La medida no es otra cosa que una manera de estrangulamiento de la misión de la prensa en general de informar con claridad y veracidad, orientar a la población y fiscalizar los actos de los gobernantes. Una efectiva democracia no se concibe a sí misma sin libertad de expresión. Las cortapisas que viene oponiendo el Gobierno al respecto, violan taxativas disposiciones de la Constitución Política del Estado contenidas en amparo de la libertad de información.
Las declaraciones comentadas presionan para que los medios se dobleguen a favor de los fines políticos del Gobierno a fin de no verse privados de la comunicación y publicidad del Estado. El desvío de la publicad oficial hacia los medios “no opositores” es un claro anuncio de la apertura de un frente financiero para socavar la independencia en la materia.
En octubre pasado, en ocasión en la que el Primer Mandatario fue designado Doctor Honoris Causa por la Universidad de la Plata, Argentina, secundada por grupos de tendencia extremista de ese país, adelantó su intención de “descolonizar” y “cambiar la mentalidad de los medios” de Bolivia, con el supuesto pretexto de que ve un obstáculo a sus objetivos de cambio. Se percibe claramente la puesta en práctica de dichos designios.
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