Punto aparte
El régimen actual recibió como un halago personal a Evo Morales para que ejerza este año la presidencia del G77 y China. No hay tal, a la República de Bolivia es a la que se le concedió tal facultad, sea quien fuere su mandatario. Se aplica la rotación anual en dicho cargo, con el ánimo de no discriminar a país alguno, sea grande, mediano o pequeño.
Como resultado de esta norma, es la segunda vez que a Bolivia le toca presidir el Grupo, como parte de una formalidad de su existencia y funcionamiento. Por tanto, nada de extraordinario tiene que vuelva a asumirla otra vez.
Empero, lo que trata de exponerse en esta ocasión es que en la actualidad nadie en el mundo tiene ya poder, de modo que pueda influir al interior de las organizaciones internacionales.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) al presente se reduce a ser un ente burocrático, antes que ejecutivo. Si bien es un escenario de debate internacional, a la postre no ostenta mayor capacidad de decisión. La real y hasta ahora inamovible autoridad la ejerce el Consejo de Seguridad, formado por las cinco potencias que emergieron como tales, después de la Segunda Guerra Mundial.
El inmovilismo de la ONU se debe a que los países integrantes del Consejo de Seguridad tienen el derecho individual de veto. Esto implica que si no hay unanimidad en las decisiones que puedan ser adoptadas, éstas no aplica el ejecutivo de la ONU.
La cuestión, sin embargo, no sólo queda reducida a lo que pueda o no resolver el Consejo de Seguridad de la ONU. Ian Bremmer, reconocido en el mundo como uno de los principales pensadores sobre geopolítica global, escribió un libro que, en esencia, sostiene que cada país hace lo suyo.
El libro lo produjo por las observaciones que efectuó durante varios años sobre el funcionamiento del G-20, compuesto por las potencias mundiales y también aquellas que se las considera emergentes, tales como India, China, Argentina y Brasil. De ahí que su título resumido es “G-Zero World”, lo que en español quiere decir que el G20 es nulo, porque no es operativo.
Si un organismo de tanto rango internacional llegó a esa situación, qué puede esperarse del G77y China. Bremmer hace hincapié en que el G-20 no funciona porque tiene demasiados componentes, que difieren en intereses y ópticas del acontecer mundial.
Del G77 y China menos puede esperarse que tenga algún resultado en su gestión, por el elevado el número de países integrantes que tiene, lo cual complejiza más aún en el G-20 sus posibilidades. De ahí que integrar y, eventualmente, presidir al Grupo, sólo es nominal.
En Bolivia, por tanto, no hay que suponer que se detenta un inmenso poder internacional, al habérsele otorgado la presidencia de dicho Grupo. Ni Morales ni los bolivianos deben hacerse ilusiones al respecto.
A la luz de esta realidad, sería un derroche insulso de dinero que haga el país para que la próxima reunión del G-77 y China se realice en Santa Cruz, cuando las carencias que tiene en lo social son abrumadoras. Entre ellas, la falta de hogares que acojan al millón de niños pobres que existe en el Estado Plurinacional.
La sede de la ONU tiene suficientes instalaciones y medios para acoger tal evento, que apenas será el cumplimiento de un rito. Y si Morales desea darse el gusto de presidir esa asamblea en aquella ciudad, lo apropiado sería que los gastos los cubra, por lo menos esta vez, con el patrimonio que posee, según la última declaración de bienes que hizo a la Contraloría General.
Bremer, en entrevista periodística que le hicieron en Argentina, expuso que el G-20 no funciona por cuatro razones: 1, demasiados países, cuando se reúnen lo que hacen es emitir una declaración “precocida” y sujeta a normas; 2, los países que lo integran son muy diferentes entre sí, por lo que no están de acuerdo en casi nada; 3, el aislamiento de Estados Unidos; sus ciudadanos no quieren que su país sea el policía global, el prestamista de última instancia o el conductor de la globalización; 4, Europa y Japón, tradicionales aliados de Estados Unidos, están absortos en sus crisis.
Frente a estas conclusiones, cuánto de lo mismo podría decirse del G-77 y China.
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