[Juan León]

Menudencias

Mensajes claros, señales concretas


Desde diciembre del 2005, aun antes de asumir la Presidencia, el Presidente está en campaña. La comenzó apenas después de ese inédito 53,7 por ciento de votación que lo catapultó al poder. Desde entonces, él supo conjugar acciones internas y externas con una poco habitual habilidad en los gobernantes de un país tradicionalmente encuevado por su mediterraneidad y de vista corta por su entorno de montañas.

A los 20 días de ganar esa elección se fue a gestionar apoyo político, como presidente electo, a Cuba, Venezuela, España, Francia, Holanda, Bélgica, China, Sudáfrica y Brasil. Y la gran atención mediática que concitó, gracias también al pullover de lana, lo posicionó como primer presidente indígena, defensor de la madre tierra, el medio ambiente y de los pobres. En un mundo de esnobismo intelectual, esa insólita imagen política se tradujo en corrientes de simpatía que, en muchos casos, superaron barreras ideológicas aunque ya entonces su discurso contra los tratados de libre comercio marcó el derrotero de su política exterior.

En lo interno, sus primeras medidas aparentaron inspirarse en la agenda de octubre. En ese afán hubo discursos de austeridad (se redujo el salario en 57 por ciento), lucha contra la corrupción, defensa del interés nacional (juicio al ex presidente Eduardo Rodríguez por “traición a la Patria” por el lío de los misiles chinos) y se izó la bandera de nacionalización de hidrocarburos.

Casi en vísperas del octavo aniversario de inicio de su gestión, el balance servirá para juzgar si la imagen política que forjó desde entonces coincide con la realidad de sus dichos y hechos. Y sobre todo, para evaluar si el camino que transitó es el que quería la gente que en el 2005 le dio mayoría en una elección, tal vez la última, con tribunal independiente. Entretanto, hay que reconocer que sus mensajes y señales anticiparon casi siempre sus intenciones finales de gobierno. Al fin y al cabo, él volcó toda su energía a la concentración total del poder. Su “llegamos para quedarnos para siempre” fue mucho más que slogan de discurso de masas. Sólo explicitó una decisión madurada mucho tiempo.

En ese contexto se entiende su afán de eliminar cualquier obstáculo en su camino. En particular, los intentos de fiscalizar gestión, como el que pueden ejercer aún los medios de comunicación en función de su misión específica. Por eso, su duro cuestionamiento supera hoy incluso diferencias entre independientes y gubernamentales. Estos días, el Presidente le cuestionó públicamente a un colega del periódico gubernamental Cambio el formularle una pregunta relacionada con la expulsión de IBIS, la ONG de Dinamarca. Con pretensiones de ironía fina, le repreguntó al sorprendido colega si “esa preguntita le dijo ERBOL que me pregunte ¿no? O es de Pagina Siete, ¿dime a ver?”. Y se declaró “preocupado” en el supuesto de que “Cambio se ha vendido a ERBOL”.

De ninguno de esos medios se puede decir que esté al servicio de la derecha neo liberal o es financiado o inspirado por el imperialismo. Dejando al margen al diario gubernamental, se puede estar o no de acuerdo con la línea editorial y de opinión de los otros dos medios a los que el presidente tiene hoy en la mira. Se puede incluso discrepar con el enfoque de algunas de sus notas informativas. Pero es indudable que sólo cumplen su tarea en ejercicio estricto de los derechos de libertad de información, de expresión y de opinión que reconoce la misma Constitución que el presidente juró respetar y hacer respetar.

Más allá del caso específico, lo concreto es que el ejercicio pleno del poder político para implantar un determinado modelo ideológico requiere eliminar todo tipo de control y fiscalización. Y la prensa independiente y libre es nomás un duro escollo para llegar a la meta que se propone alcanzar el gobierno. Cuando el presidente dijo “le meto nomás”, puso en claro que para llegar a ella está dispuesto a superar también ese obstáculo. Sobre todo cuando están aún vigentes los principios y valores democráticos.

Se explica así el afán de control total de los medios. Ejercer libertades de expresión y de opinión, incluso desde el oficialismo, puede ser tan peligroso como practicar la libertad de pensar que, según confesiones propias, se prohíbe en algunas instancias partidarias. Sobre todo si para consolidar el control total y permanente del poder político y económico se pretende eliminar libertades y derechos individuales innatos del ser humano en aras de un corporativismo irracional e irreflexivo.

TITULARES

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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