[Armando Mariaca]

El Dakar, un factor de unidad nacional


Hay hechos y acontecimientos en la vida de los hombres, que despiertan sentimientos diversos que, muy luego, significan actitudes o conductas constructivas. Hechos que, por su significación, podrían convertirse en ejemplos o guías para mostrar cuánto se puede hacer sobre la base de voluntad, conciencia y vocación de servicio.

Este es el caso del Dakar, un acontecimiento deportivo que se encargó, desde los inicios de su organización, en factor que despertó diversos sentimientos en la población boliviana y que luego, en el curso del tiempo, fue haciéndose realidad: en primer lugar, el sentir que se es boliviano y que esta Patria, pese a las vicisitudes por las que atraviesa, es grande y hermosa, Patria que aglutina a todos cuando las circunstancias así lo demandan. Un país que, por sus riquezas variadas, sus múltiples posibilidades de ser un país capaz de derrotar a la pobreza tan sólo por voluntad de sus hijos, puede alcanzar sitiales importantes en el concierto de las naciones.

Unidad, entendimiento y solidaridad son virtudes que sembraron los corredores en motocicletas y cuadriciclos, extranjeros y nacionales, que han despertado inquietudes y sentimiento de unidad. Durante la llegada de los corredores al pueblo de Uyuni no se habló de política partidista, no se hizo gala de racimos ni complejos, no se habló del gobierno ni de la oposición, no se tocaron temas que normalmente ponen quisquillosas a las personas y, a veces, despiertan soberbias, petulancias y reacciones contrarias a los más simples sentimientos de amistad.

El gobierno del Presidente Evo Morales, empezando por las gestiones que él mismo hizo para la realización del Dakar, actuó como gobierno y pensando seguramente sólo en Bolivia y organizó debidamente todo lo ocurrido que luego fue matizado y completado por miles de bolivianos que acudieron a espectar el acontecimiento, aplaudir a los corredores, alentarlos y hacerles sentir que llegaban a un país digno de ser mejor y más cordial y caluroso en sentimientos de lo que normalmente es y que ni los mismos bolivianos sabemos valorar en toda su magnitud.

Esos sentimientos que comprobaron los extranjeros -corredores y turistas- fueron también de los corredores bolivianos que han demostrado su valía al brindar cariño y calor a los participantes. El mayor ejemplo lo dio el corredor chuquisaqueño, Sr. Walter Nosiglia, que en plena carrera y ocupando un puesto importante, al ver que uno de los participantes extranjeros sufrió un grave percance, paró y sin importar cuánto tiempo perdía y cómo renunciaba tal vez a posibilidades de ser el primero, no vaciló en atender y brindar cuidados a quien estaba herido y precisaba de la solidaridad y el calor de quienes estuvieron cerca de la desgracia sufrida. Este hecho muestra al Sr. Nosiglia como ejemplo de lo que pueden hacer los valores y los sentimientos del ser humano cuando las circunstancias así lo requieren.

La organizadores del Dakar, según reconocimiento general de los miles de asistentes al espectáculo y de los medios de comunicación acreditados para cubrir las incidencias y pasos de la carrera, probaron las cualidades del acontecimiento y, sin ambages de ninguna clase, alabaron la conducta del gobierno boliviano y se hicieron partícipes de las bellezas naturales, de la cordialidad, amabilidad, cortesía y atención del pueblo que sabe reconocer los méritos de quienes se esfuerzan y buscan vencer los embates de la vida sea en una carrera deportiva o en el batallar del diario vivir.

El Dakar se ha convertido, pues, en factor de unidad nacional y ha mostrado que es posible salir de las cimas de pobreza o subdesarrollo en que está el país; el mismo acontecimiento ha mostrado voluntad y condiciones en el Presidente y su gobierno -especialmente ministerios de Cultura, Deportes y Turismo- para amar a este país, pero con valores, con vocación de servicio, con inquietudes que buscan la felicidad de un pueblo. Han mostrado que el gobierno, cuando quiere, gobierna y administra, hace gestión y puede abandonar fácilmente las corrientes que, muchas veces, lo inclinan al error, a olvidar que todos somos hijos de la misma Patria. Innegablemente, el Dakar tuvo su costo, pero resultó ser una buena inversión y quienes creen que ese dinero pudo emplearse mejor, deben entender que es preferible este tipo de inversiones y no las que se hace como dispendio o son causa de corrupción.

El país ha encontrado con el Dakar, un factor más de unidad para encarar el futuro con perspectivas y para hacer que los acontecimientos deportivos sean llevados a cabo con unidad, amor y sentido de solidaridad entre todos, habida cuenta que, con todo ello, se juega el futuro del país y no sólo un acontecimiento circunstancial. El turismo encontró la parte vital de la veta que podría desarrollarse, dándole la importancia debida y construyendo todo aquello que haga de la industria sin chimeneas un factor más para mejorar la vida.

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Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
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Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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