Chile, abrumado por una arremetida jurídica, se coloca a la defensiva. En consecuencia conspira no sólo contra el Perú sino contra Bolivia, países con los que tiene cuentas pendientes que son de conocimiento de la Corte Internacional de Justicia, en La Haya. Y así se teje la conspiración chilena.
Y es que aquella instancia jurídica comunicará pronto el fallo por el diferendo peruano-chileno sobre límites marítimos. Y en abril del presente año vence el plazo para que Bolivia se apersone con la memoria de la demanda respectiva ante esa respetable Corte.
En este contexto la derecha y la izquierda chilenas se unieron para urdir estratagemas con el propósito de contrarrestar las exigencias tanto peruanas como bolivianas. Con ese afán han derruido barreras ideológicas y políticas y sólo hablan de los intereses de Chile. El objetivo que las une es la vehemencia para salir del embrollo jurídico originado por Perú y Bolivia.
La unión de extremos en política ilustra esta afirmación, por ello el presidente Sebastián Piñera, prominente hombre de la derecha, y la electa mandataria Michelle Bachelet, voz autorizada de la tendencia izquierdista, el 7 de enero de 2014 se reunieron en el palacio de La Moneda, para analizar temas internacionales. Las estrategias que habrán planificado, en dicha reunión calificada de alto nivel, para soslayar o minimizar el veredicto de la Corte Internacional de Justicia, a favor, posiblemente, de la hermana República del Perú.
Y seguramente reiteraron su disconformidad con el litigio planteado por Bolivia. Es que el presidente Piñera y la señora Bachelet se complementan políticamente para difamar el contenido y la esencia de la demanda legal boliviana contra Chile. No les queda otro recurso, ya que los ata una política de Estado, de la que nadie, sea derechista o izquierdista, militar o civil, puede substraerse.
Ha transcurrido más de 130 años de nuestro enclaustramiento y aún esperamos una luz al final del túnel. Vanos fueron los esfuerzos tendentes a recuperar la soberanía sobre el Pacifico. En el camino tropezamos con muchos obstáculos que impidieron lograr reivindicación marítima.
Los gobernantes chilenos recibieron con displicencia, en todo tiempo, la demanda marítima boliviana, que ahora está en manos de quienes administran la justicia internacional.
En Bolivia los extremos se unieron también en el pasado mediato. Recordemos que el Gral. Hugo Banzer, que presidió un régimen dictatorial de orientación derechista, y el MIR, que se pavoneaba de su izquierdismo, se dieron un abrazo de reconciliación, olvidando los “ríos de sangre” que los separaban.
En suma, ojalá que las dos tendencias políticas extremas en Chile escuchen el clamor regional que exige solución a los problemas que el país transandino tiene con sus vecinos y que ponen en riesgo la paz continental.
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