Notable brote chauvinista

Durante tiempos recientes el país es escenario del brote de nuevas corrientes ideológicas que van dejando atrás a otras de carácter tradicional y que respondían a otras épocas. Al referirse a un proceso parecido en otras latitudes, un escritor sentenció que “el pensamiento no se hizo realidad, porque hasta entonces la realidad no se hizo pensamiento” (Ernst Bloch), afirmación que coincide con los sucesos políticos que se producen en Bolivia. Entre esas manifestaciones ideológicas se encuentran el populismo, el anarquismo, el socialismo del Siglo XXI, el indianismo y otras no menos folclóricas.

Ampliando esa explosión de ideologías, actualmente en nuestro país ha aparecido con notable intensidad una nueva manifestación ideológica, que no es otra que el chauvinismo, mejor conocido como “la etapa final del nacionalismo” y que también ha sido adoptado como tabla de salvación por algunas naciones en las que están naufragando ideologías de origen cósmico, de raíces en las tradiciones que se pierden en la noche de los tiempos y otras fuentes que se enraízan en el fetichismo.

La reciente manifestación de chauvinismo -o exageración del nacionalismo- se encuentra en pleno desarrollo y está a cargo, por supuesto, del aparato de propaganda del Gobierno, que actualmente tiene a su cargo, en forma temporal, el manejo de las riendas del aparato estatal.

Ese chauvinismo se lo pudo expresar con intensidad el año pasado y tendrá nuevas manifestaciones en el recién iniciado. En el 2013 explosionó con intensidad con motivo del bloqueo al avión presidencial que iba de Moscú a París y que estaba ocupado por el primer mandatario boliviano. Ese hecho dio motivo a las más grandes campañas destinadas a poner a nuestro país en el primer plano de los sucesos internacionales.

Enseguida, con los mismos motivos y efectos, se hizo el lanzamiento del satélite Túpac Katari de fabricación china (y de más de 300 millones de dólares), hecho que fue “explotado” a nivel mundial y en lo que se refiere a nivel interno hasta causar malestar.

En esa campaña (comprendida sin duda dentro de un plan chauvinista) se presentó enseguida el episodio del Dakar, al cual se dio tanta publicidad y el respaldo financiero de más de dos millones de dólares, que trató de que Bolivia sea considerada como la “vanguardia” de las conquistas deportivas del mundo, así como otras lindezas que han llegado a las exageraciones que giran entre lo divino y lo ridículo.

Por si fuera poco, ahora viene otra campaña destinada a poner a Bolivia en el centro del mundo, que será la reunión de los 77+China que se efectuará a mediados de año en Santa Cruz, donde el interés en ese evento ha levantado olas gigantescas de optimismo, bolivianidad, nacionalismo, cruceñismo y otros epítetos no menos rimbombantes.

En general, este chauvinismo, última etapa del nacionalismo, está haciendo las delicias del nuevo orden, que para algunos es “pan y circo” y, para otros, una forma preelectoral para distraer a la población de los grandes problemas estructurales que vive el país, que no se los resuelve y crecen como una bola de nieve. Está por demás recordar que el costo de esta “campaña” es muy elevado y es posible que no signifique rentabilidad para la economía nacional y más se aproximaría a una sangría para favorecer a los “presupuestívoros” que aprovechan de las circunstancias.